Bleid Wolfang es un lobo metamorfo que ha estado recluido bajo tierra los últimos doscientos años, mientras alimentaba su ira y la idea de vengarse de la familia que exterminó a casi todo su clan. Cuando por fin escapa y decide exterminar a sus enemigos, conoce a Audrey Vangelis, respetable familia rica y ancestral ante los ojos humanos. La joven no solo posee una belleza exótica y cautivadora que hace que todos deseen su mano. También es su Luna. Bleid Wolfang se debate entre sus deseos de venganza y el deseo de proteger a su luna. ¿Que vencerá el odio o el amor?
Leer másCapítulo1
Bleid Wolfang, estaba sonriendo, de pie, junto a la verja de su mansión, dónde ya lo esperaba su chófer para llevarlo al lugar que deseara.Por fin era el día en el que no había dejado de pensar ni un solo instante, el momento en que la venganza que venía alimentando su existencia durante años, sería llevada a cabo. El principio del fin de todo para sus enemigos.Venganza que cobraría él mismo con sus propias manos. Un brillo peligroso apareció en la mirada de Bleid al imaginar la sangre de sus enemigos manchando sus manos y bañando su cuerpo.Pero antes de que eso ocurriera, tendría que ser paciente y disfrutar de la mascarada ancestral y anual que los imponentes Vangelis daban; celebrando la erradicación del mal, en ese pequeño, pero próspero pueblo de Florencia, muchos siglos atrás…«Erradicación del mal. Mejor dicho, la masacre de toda mi familia. No son más que unos asesinos.»Los ojos de Bleid, se oscurecieron aún más, justo en el momento en que las verjas de la mansión de los Vangelis se abría ante él, permitiendo el paso de la limusina en la que viajaba.La noche, para el gusto de Bleid, estaba siendo demasiado larga y tediosa. Lo único que lo había mantenido en paz y tranquilo era que dentro de poco su venganza sería cobrada y él podría descansar por fin en paz con los suyos.Estaba en espera del repicar de las campanas de medianoche, las cuales anunciarían el último de los bailes y dónde todos los Vangelis estarían presentes sin excepción y, eso era lo bueno, porque justo ellos se quitarían las máscaras, junto a todos los presentes, él también lo haría y les haría saber quién era, tomando sus miserables vidas.Estaba tan absorto imaginando lo que pasaría cuando fueran conscientes de quién era, que no se percató de la joven con máscara blanca que en esos momentos caminaba a paso acelerado hacia él, sin prestar ningún tipo de atención a su alrededor.Su reacción tras el choque con la joven fue de enfado; sin embargo, no pudo evitar rodear a la chica entre sus brazos de forma protectora y así evitar que cayera al suelo.—¿Por qué no tiene cuidado?— se quejó él, exasperado y molesto, con ganas de hacerle pagar por atreverse a sacarlo de sus divagaciones.No obstante, se quedó callado de golpe, justo en el momento que sus ojos y los de la joven se encontraron, eran como dos lunas plateadas embrujándolo.Por un momento, Bleid sintió como todo a su alrededor dejaba de existir, excepto la joven entre sus brazos, a la cual apretó aún más fuerte entre sus brazos —¿Quién eres? — le preguntó casi en un susurro.Las cadenas de odio que habían estado aprisionando a su corazón desde la traición de los Vangelis al matar a su familia, parecieron ceder, sintiendo como ese órgano inservible en su pecho empezaba a latir de nuevo, con fuerza. Hasta sincronizarse con el de la joven.—Por favor, Necesito saber ¿Quién se esconde tras la máscara?Bleid necesitaba saber quién era la joven tras la máscara. Conocer el rostro de su Luna, de su mate. El espíritu del lobo en su interior se lo confirmó al notar que un sentimiento protector y primitivo iba abriéndose paso a través de sus deseos de venganza.~•~•~•~•~— No podemos usar la fiesta anual para anunciar mi compromiso—protestó Audrey a quien le daba igual la fiesta, solo necesitaba que aquello no se hiciera oficial.Porque en cuanto lo hiciera sería la prometida de Alfred Belucci y ya no habría vuelta atrás. Tal vez era cierto que Alfred era el chico más guapo y rico que había conocido en su adolescencia, ellos no solo eran hijos de padres, socios y amigos, sino que también, habían pasado juntos su adolescencia en un internado suizo para niños de familias privilegiadas.Tal vez en aquella época Audrey habría soñado algo como eso, por suerte Alfred tenía tres años más que ella y allí apenas se había fijado para nada más que algún saludo por el pasillo y sonrisa en la lejanía.Pero tras su regreso de la universidad, unos meses atrás, al terminar su carrera, todo había sido visitas y regalos, salidas a comer y al cine y todos a su alrededor, empujándola a aceptar un compromiso para el que no estaba preparada.— ¿Pero Alfred te gusta, no?— preguntó su madre.— Sí, mamá. Él es agradable y me gusta pasar tiempo con él, pero el compromiso no, no estoy enamorada de él.— Oh cariño, el amor llega despacio. No te creas lo que te enseñan en las películas ni en esos libros románticos que estás acostumbrada a leer, los flechazos no existen en la vida real.— ¿Y cómo voy a saberlo si jamás pude salir con un chico?La madre de Audrey solo sonrió y la ayudó a abrocharse el antifaz, no podía rebatible eso, ella tampoco estaba conforme con la firmeza con la que había estado criada en cuanto a sus relaciones con chicos se trataba. Relaciones casi inexistentes, porque eran pocos los que podían acercarse a ella y, todavía más pocos, los que podían ni siquiera soñar en tener una cita con esa mujer.No sin la aprobación de Gregory Vangelis, el actual cabeza de familia tras la muerte de su padre cinco años atrás en un accidente de caza y, por supuesto, protector y cuidadoso hermano mayor.Tras esa conversación entre madre e hija, solo quería escapar, estar lejos de ellos y, por supuesto, de Alfred. Tenía que evitar a toda costa que él se humillara en público para pedirle matrimonio y ella tuviera que aceptar solo para no avergonzar a ambas familias en una fiesta tan importante para ellos.Y mientras buscaba cómo y dónde pasar desapercibida chocó contra alguien, unos fuertes brazos que solo con tocarla la hicieron estremecer y en los que quiso acurrucarse por un instante. ¿Cómo era eso posible?Audrey levantó la mirada hasta llegar a esos ojos de un intenso verde tras una máscara negra, había visto muchos ojos verdes en su vida, pero ninguno como aquellos, esa intensidad con la que su mirada se clavó en la de ella parecía escudriñarle el alma.— ¿Quién soy?— preguntó en voz baja como si necesitara unos segundos más para procesar la pregunta del enmascarado— un Ángel. ¿No lo ve? Audrey se apartó de él solo para girarse y mostrarle las delicadas alas que tenía tras su vestido blanco, olvidando por un instante que estaba huyendo, como si en el momento en que chocó con ese hombre el tiempo se hubiera parado solo para que pudieran conocerse.Audrey, curiosa y ansiosa por sentir a Bleid contra su piel, no dejaba que su curiosidad interrumpiera su pasión. Se apresuraba a despojarlo de su ropa, anhelando tenerlo desnudo y sentirlo completamente. Mientras sus manos exploraban su cuerpo, sus labios no dejaban de buscar los suyos en un beso apasionado.Entre besos entrecortados, Bleid respondió a la pregunta de Audrey, revelando que tenía el nombre perfecto para su bebé. —Omut, ¿qué te parece ese nombre?— susurró, dejando escapar una sonrisa de satisfacción ante su respuesta.—Me encanta—, respondió Audrey, contagiada de la emoción de su esposo. Pero su juego de risas y coqueteo no disminuía su deseo de estar aún más cerca de él. Con habilidad y gracia, se acomodó entre sus brazos, rodeándolo con sus piernas y obligándolo a sostenerla.—Muy bien, mi amor—, susurró Bleid, complacido por la cercanía y la pasión que los envolvía. — Te mostraré esas nuevas estrellas, pero tenemos toda la noche, toda la vida para eso. No me cansaré
— Nadie aquí ha pactado contigo. Nuestra madre, la Luna, exige que te vayas — exclamó Gwyneth de repente, su voz llena de determinación y poder. La oscuridad retrocedió ante la fuerza de sus palabras, sintiendo el poder de la Luna fluyendo a través de ella.La neblina oscura se disipó lentamente, dejando espacio para que la luz y la claridad llenaran el ambiente. Los corazones de aquellos reunidos se fortalecieron ante la presencia de Gwyneth, quien se erguía como una protectora de la luz y la pureza. Los lazos familiares y la herencia de los Reyes de la Luna se manifestaron en ese instante, recordándoles su deber de proteger y preservar la armonía.El ser oscuro, derrotado y debilitado, retrocedió ante la fuerza combinada de la familia y la energía lunar. Se alejó lentamente, desvaneciéndose en la oscuridad de la noche. La amenaza había sido rechazada, al menos por ahora.Gwyneth miró a su alrededor, asegurándose de que todos estuvieran a salvo y protegidos. Sus ojos reflejaban la de
—¡Padre!—, exclamó Gwyneth en ese instante, haciendo que tanto Bleid como Joel giraran sus cabezas hacia la joven.Sin embargo, el que se vio más impactado al verla fue el vampiro. En ese fugaz momento, sentía que se encontraba frente a su hija perdida, Dulcinea, en un pasado remoto y olvidado.—Dulcinea…—, susurró Joel, pronunciando con duda el nombre de la joven que se alzaba ante ellos, mientras los tres lobos adoptaban posturas defensivas, alertas a cualquier amenaza.El silencio se apoderó del lugar, cargado de un dramatismo casi palpable. El corazón de Dulcinea latía con fuerza en su pecho, mezcla de miedo y valentía, consciente de la trascendencia de aquel momento.—¡Por favor, deténganse!—, suplicó Dulcinea en el cuerpo de Gwyneth, con una voz temblorosa, tratando de contener la tensión entre los presentes.Sus ojos se clavaron en los de Joel, buscando el rastro de familiaridad y conexión, queriendo recordar el amor que alguna vez existió entre ellos. Aunque sus facciones most
Gwyneth asintió, sintiendo el apoyo y la confianza que emanaban de sus seres queridos. Sabía que podía confiar en ellos para protegerla y ayudarla en esta peligrosa misión de rescate. Sin perder un segundo, se dirigió rápidamente hacia el lugar donde había visto a Joel llevarse a su abuela, consciente de que cada paso la acercaba más a su enemigo. Los dos lobos, Gregory y Barack, la seguían de cerca, sus miradas alertas y sus músculos tensos, listos para enfrentarse a cualquier enemigo que se interpusiera en su camino. La batalla rugía a su alrededor, pero Gwyneth se sentía fortalecida por el amor y el apoyo de sus seres queridos. Cada paso que daba aumentaba su confianza y fortaleza interior.A medida que avanzaba, su conexión con Joel se intensificaba. Sentía sus emociones, sus intenciones y sus motivaciones. Aunque el desafío era enorme y las circunstancias eran peligrosas, Gwyneth estaba decidida a enfrentarlo todo para reunirse nuevamente con su abuela y proteger a su familia.M
La batalla parecía interminable, pero finalmente Bleid logró desarmar a Joel y lo inmovilizó en el suelo. Un momento de pausa se apoderó del campo de batalla mientras los combatientes recuperaban el aliento.Sin embargo, la victoria de Bleid fue efímera. Un grupo de vampiros de refuerzo, aprovechando el momento de distracción, rodeó a Audrey y la capturó. Los ojos de Bleid se llenaron de angustia mientras veía a su amada en manos del enemigo.Un destello de determinación iluminó su rostro y Bleid se lanzó hacia los soldados, decidido a rescatar a Audrey sin importar los obstáculos que se le presentarán en el camino.No obstante, el contraataque del alfa, fue interceptado por Joel quién en ese momento uso uno de sus poderes doblegandolo y colocandolo de rodillas frente a él.Yue, también fue en ese momento también capturada, obligándola a cederle de nuevo el control a Audrey.—Joel, por favor. Deja libre a Bleid — le pidió ella al líder de los vampiros. Joel soltó una risotada macabr
—¡Protegeré a mi hermana y a mi abuela! —gritó Barack con determinación, sin perder ni un segundo. Sin siquiera desvestirse, sintió cómo su ropa se rasgaba mientras su cuerpo se transformaba. El pelo comenzó a crecer rápidamente, cubriendo su cuerpo con una densa capa de pelaje. Sus músculos se expandieron, otorgándole una fuerza y agilidad sobrehumanas. Ahora, como un imponente lobo, estaba listo para enfrentar a los vampiros que amenazaban a sus seres queridos.En cambio, Susan no contaba con ningún tipo de poder o capacidad para defenderse. Y Gwyneth nunca antes se había transformado, y ahora, en medio de la batalla, no sabía si era capaz de hacerlo. La incertidumbre y el miedo se apoderaron de ambas, pero su determinación por proteger a su familia superaba cualquier obstáculo.—Nosotras, también ayudaremos —Susan y Gwyneth, tomaron sus propias armas, no serían una carga para su familia. Juntas compartieron una mirada llena de complicidad. Empuñando sus dagas y espadas, lograron he
Último capítulo