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InicioMi luna, la hija de mis enemigos.
Mi luna, la hija de mis enemigos.

Mi luna, la hija de mis enemigos.ES

Hombre-lobo
Sunflowerfield  Recién actualizado
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Resumen
Índice

Sinopsis

Hombre-loboDulceAventureroAmor

Bleid Wolfang es un lobo metamorfo que ha estado recluido bajo tierra los últimos doscientos años, mientras alimentaba su ira y la idea de vengarse de la familia que exterminó a casi todo su clan. Cuando por fin escapa y decide exterminar a sus enemigos, conoce a Audrey Vangelis, respetable familia rica y ancestral ante los ojos humanos. La joven no solo posee una belleza exótica y cautivadora que hace que todos deseen su mano. También es su Luna. Bleid Wolfang se debate entre sus deseos de venganza y el deseo de proteger a su luna. ¿Que vencerá el odio o el amor?

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Mi luna, la hija de mis enemigos. Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • 60. Mi pago es la libertad de Wolfang.

    —He dicho que te ayudaré, así que no te preocupes— respondió Ravel entrando al pasadizo, adaptando su vida a la penumbra existente en ese pasillo.Es más, era como evocar esos años donde él era un novato cazador con ambiciones de hacer de este mundo algo mejor, liberándolo de los Wolfang, quién lo diría, ahora su prioridad era salvar al último de los Wolfang de la ira del último jefe de familia de los Vangelis.El sonido de hombres ahogándose con su propia sangre y el olor a cobre de la misma, fue una indicación de que ya habían llegado al lugar al que Gregory estaba llevándolo.—Te ayudaré, pero al igual que cualquiera a quien le hago un favor y ofrezco mi ayuda, esta viene con un pago. ¿Estás de acuerdo?Gregory lo observó y asintió, no imaginaba menos, nadie daba nada sin esperar obtener algo a cambio, no importaba la relación que hubiera entre ellos, aquello eran negocios.— Cualquier cosa que esté en mis manos te la daré — Aseguró Vangelis observando a sus hombres, algunos necesi

  • 59. Debes ayudarme.

    Ravel deseaba negarse, revelarse ante su acercamiento, pero eso solo hacía que anhelara tenerlo más cerca, por lo que se encontró de pronto y nuevamente, acorralado por el cazador, sintiendo ese hormigueo que comenzaba justo ahí, donde el aliento de Vangelis tocaba su piel y se extendía por todo su cuerpo.Por supuesto que estaba celoso de sus antiguos amantes, pero no era necesario que le respondieras algo que el mismo Vangelis ya sabía. Lo que sí debía responderle era el paradero de la sangre que habían conseguido del vampiro al que habían visto antes del accidente.Ahora, más que nunca tenía que mantener sus pensamientos más profundos e importantes, ocultos, no podía dejar que él fuera consciente de lo que planeaba.—La he perdido— le respondió, sin ningún atisbo de duda en la voz.Gregory se apartó un poco del cuello de Ravel y levantó la vista para observarlo. No imaginaba un brujo como él, perdiendo algo tan valioso, sobre todo uno que olía a lobo y a quien no le sería fácil con

  • 58. Ravel… Ravel ¿Dónde estás?

    — Te amo…— aseguró Audrey pasando los brazos alrededor de su cuello para mantenerlo así, observando como la besaba, como sus miradas se encontraban en cada nueva embestida que recibía y que solo hacían que deseara más de él—. Bleid… más…Exigió arqueándose bajo su cuerpo y a la vez buscándolo, necesitando el contacto con su piel en cada nuevo movimiento que hacía que él se clavara más en su interior, que él la volviera un poco más loca por su cuerpo, por esa necesidad de sentirlo de la que fue consciente desde el primer instante en que estuvieron juntos.En ese punto, Bleid era consciente de que jamás había estado tan feliz de ser prisionero de un miembro de la familia Vangelis cómo en ese momento.Porque eso era un maldito condenado, cuya única condena, era la de satisfacer los deseos de la mujer que se encontraba bajo su cuerpo y no se quejaba, ni sé quejaría nunca, ya que no existía poder alguno que lo obligara a no hacerlo.Sobre todo si escuchaba de esos labios hinchados por los

  • 57. Yo creo que todavía quiero comer.

    Bleid no había salido inmune de esa pelea, antes de la llegada de los miembros de la orden, por lo que no estaba en condiciones de cazar una presa grande. Lo único que pudo atrapar fue una pequeña liebre, la cual en esos momentos presentaba ante su amada.—Lo siento querida, la caza no salió tan fácil como creí, lo único que pude traer esta noche es una liebre — mencionó tratando de evitar que ella notara sus heridas.Pero le fue imposible hacerlo, sobre todo cuando ella corrió a abrazarlo porque se sebtia cada vez mas necesitada de tenerlo cerca, como si su embarazo lo requiriera.— Bleid…. ¿Qué sucedió? Preguntó ella levantándole la camiseta y descubriendo aquel zarpazo en su abdomen.—No es nada, ya está empezando a curarse — Bleid agradeció que fuera luna llena y que su herida ya no estuviera tan profunda y marcada —. Has visto que con tu cercanía ya se está curando más rápido.—¿Así que ya te sientes mejor? — dijo Audrey quien había tenido que conformarse con un conejo, lo único

  • 56. ¡Disparen a todo lo que se mueva!

    Fuego, eso es lo que sentía que recorría todo su cuerpo, un fuego que no paraba de quemarlo, que iniciaba en su corazón y que se expandía por todo su cuerpo, alimentando la rabia y el odio con el que había renacido.Solo existía una única palabra en su mente, «Venganza» contra su enemigo y ese no era otro que Wolfang.Su rabia creció en su interior, enloqueciéndolo, haciendo que sus huesos se rompieran y su piel se desgarrara, ante los primeros rayos de esa luna llena que se coronaba majestuosa en el cielo esa noche de luna llena.El aullido de una bestia, despertó a todo el bosque.Bleid no podía dejar de pensar en las palabras de su luna con respecto al cuerpo del hijo del hombre que había ido a la mansión esa tarde.Aunque él hubiera deseado que el maldito cuerpo de ese hombre se pudriera; no podía dejar que se pudriera ahí precisamente en ese lugar, por lo que tras despedirse de Audrey para ir a cazar, se dispuso a ir a la cueva.No tardo mucho en llegar a la cueva y adentrarse en

  • 55. ¡Ya se casaron, pues ya está!

    Por supuesto que Harry no estaba conforme con la respuesta que le había dado el hermano de la joven.Ese matrimonio significaba mucho para él, para su familia, para recuperar nuevamente parte del poderío de los Belucci.—¡Esto no se va a quedar así!— espetó furioso, volviendo a enfrentar a Gregory, señalándolo con el dedo índice de su mano derecha.Para luego voltear a ver a la pareja a un par de metros de dónde se encontraba él.Por supuesto que Bleid permaneció todo ese tiempo en silencio, tomado de la mano de su luna. Solo de esa manera pudo mantenerse en calma y no saltarle encima a ese hombre que con tanto descaro reclamaba a su luna para su hijo. Ravel, por otro lado, también se estaba conteniendo, ese maldito instinto de posesividad que sentía por Gregory se hacía presente ante cualquier clase de peligro que pareciera acercarse a él.—Mi luna, por favor, necesito estar contigo a solas— murmuró Bleid o mejor dicho lo gruñó.Audrey estaba más asustada que molesta. Por un lado,

  • 54. ¿Dónde está mi hijo?

    Gregory estaba encerrado en su despacho mientras tenía un dejavu, se recordaba a sí mismo días atrás observando por la ventana, enfurecido por la cercanía de su hermana con Wolfang y ahora solo podía pensar en la de Ravel y su madre.Si tan solo fuera capaz de tener la valentía y sacar públicamente lo que realmente era, de explicar que prefería a los hombres y que Ravel le gustaba, mucho. ¿Cómo podría hacerlo si él era él cabeza de familia? Resopló molesto al ver como Ravel y su madre se reían durante la conversación y caminó hasta una de sus estanterías. Tras mover uno de los libros el mueble de madera se movió dejando ver otra oculta detrás, una llena de libros que parecían muy antiguos, la mayoría escritos del puño y letra de sus antepasados.Debía encontrar la forma de proteger a Audrey, y no, por nada del mundo podría hacer lo que hicieron sus antecesores. No le haría daño a su hermana.— No lo sé — respondió Audrey sin saber muy bien cómo afrontar aquello.Bleid tenía razón, có

  • 53. Vamos a tener una boda como Dios manda

    Susan Vangelis estaba indignada y caminaba de un lado a otro del salón, para luego quedarse parada, de pie frente a la pareja, buscando elegir sus palabras para transmitir el revoltijo de pensamientos que tenía en la cabeza.— No me lo puedo creer, estoy realmente decepcionada Audrey ¿Casarte en secreto? ¿Así es como te he educado? ¿Tienes idea de lo que diría tu padre?Gregory pensó que si su padre siguiera vivo, se moría del susto y si no Audrey correría realmente peligro porque, a diferencia de él, su progenitor no tendría ningún problema con hacer lo mismo que se había hecho con las mujeres Vangelis durante generaciones, encerrarlas, matarlas, torturarlas y un sinfín de barbaridades que le costaba siquiera pensar.Resopló y siguió andando de un lado al otro molesta, casi parecía que terminaría haciendo un surco en el suelo, ella había imaginado una gran boda para su hija, quería ir a probarle miles de vestidos y emocionarse con ella en el momento en que uno la hiciera llorar y com

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60 chapters
1. Los flechazos no existen en la vida real.
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Capítulo1Bleid Wolfang, estaba sonriendo, de pie, junto a la verja de su mansión, dónde ya lo esperaba su chófer para llevarlo al lugar que deseara.Por fin era el día en el que no había dejado de pensar ni un solo instante, el momento en que la venganza que venía alimentando su existencia durante años, sería llevada a cabo. El principio del fin de todo para sus enemigos.Venganza que cobraría él mismo con sus propias manos. Un brillo peligroso apareció en la mirada de Bleid al imaginar la sangre de sus enemigos manchando sus manos y bañando su cuerpo.Pero antes de que eso ocurriera, tendría que ser paciente y disfrutar de la mascarada ancestral y anual que los imponentes Vangelis daban; celebrando la erradicación del mal, en ese pequeño, pero próspero pueblo de Florencia, muchos siglos atrás…«Erradicación del mal. Mejor dicho, la masacre de toda mi familia. No son más que unos asesinos.»Los ojos de Bleid, se oscurecieron aún más, justo en el momento en que las verjas de la mansió
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3. Te daré la libertad que pides.
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Las palabras de la joven y su presencia tenían un efecto tranquilizador en Bleid, a su lado era como si olvidara todo su pasado, los doscientos años de rencor acumulados en aquella fortaleza, todo parecía dejar de tener importancia. Dejaban de existir sus deseos de venganza, lo único que deseaba era estar más tiempo por ella, la llevaría lejos de ahí y de esas personas, tal y como ella le pedía, no dudó en tirar de su mano y seguir andando por ese pasillo.Encontrarse a solas solo hacía que Bleid deseara volver a tomarla entre sus brazos, sujetándola fuertemente contra su cuerpo y besandola. Trataba de mantenerse sereno y no sucumbir ante sus deseos, pero no pudo hacerlo después de que ella fuera la que eliminara esa distancia y se atreviera a hacer aquello que él se moría por hacer.Fue sentir su aliento mezclado con el de ella, el suave aleteo de esos delicados labios contra los suyos lo que hizo que Bleid perdiera el control y, cuando terminó de besarlo, él evitó que se alejara de
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4. ¡Tú no entiendes el alcance de esto!
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—¡No sé cómo es que no estás preocupada, madre! ¡Tu hija ha desaparecido! ¿Cómo no te preocupa que tampoco sepamos quien es el Wolfang que se acaba de mudar y reclamar las tierras a un lado de nosotros?Gregory golpeó con las manos el escritorio grande de caoba del despacho donde se encontraba sentado, observando a su madre.La madre de Gregory se sobresaltó ante la furia de su hijo.—Por favor, cálmate hijo, solo escapó con un chico, tendrá su aventura y por la mañana estará de vuelta, tiene veintidós años ¿No deberías empezar a confiar en ella?— ¡Maldita sea madre! ¡Tú no entiendes el alcance de esto!El secretó de los Vangelis, era algo que se transmitía de generación en generación, solo al primer hijo varón y este era el encargado de proteger al resto de la familia de los malditos monstruos sanguinarios que los acechaban en la noche, pero sobre todo, evitar que la profecía se cumpliera.Gregory no le podía explicar a su madre porque aquello era tan alarmante, primero no tenía san
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5. Debes estar segura de desear eso.
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6. Mi nombre es Bleid.
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— Soy tuya — aseguró Audrey y ni siquiera sabía por qué decía aquello, tal vez por la excitación del momento, lo que tenía muy claro era que en ese instante así se sentía ella, suya, de ese desconocido que estaba sobre su cuerpo y la hacía sentirse perteneciente a él.Bleid no pudo estar más que complacido con sus palabras, el escuchar que ella aceptaba que le pertenecía hizo que su instinto, más primitivo, se antepusiera al raciocinio que pudiera quedarle en ese momento-—Sí, lo eres. Mía…“Como yo soy tuyo” terminó la frase en su mente, ya que después de decir que era suya, Bleid no pudo más que tomar posesión de esos labios, que con solo tocarlo o verlos moverse hacían que deseara probarlos, perderse en ellos y ni qué decir de sus manos, las cuales terminaron de romperle el vestido a la joven descubriendo su piel lechosa y virginal a su alcance.Sentirlo sobre ella no hacía más que aumentar la insana necesidad que tenía de sentir su piel contra la de ella, el sexo no era algo que h
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7. ¿De dónde saliste?
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El hombre no dudó en hacer caso a lo que la chica le pedía, pero algo estaba claro en la mente de Bleid. Jamás dejaría que ella olvidara ese momento, se lo haría recordar siempre que la poseyera y tuviera la oportunidad de estar así con ella.—Jamás olvidarás esto, mi bello ángel— ignoraba, ese no era el nombre de la joven y no le importaba, para él era un ángel que llegó a su vida para salvarlo.Los labios del hombre hicieron que los labios de la joven se rindieran a ella con maestría, como si sus bocas hubieran sido creadas para besarse, encajando a la perfección.Audrey tenía muy claro que aquello era algo que no se volvería a repetir y comprendió lo condenada que estaba, que debería estar así con otro hombre por el resto de sus días, que Bleid podría ser un desconocido, pero algo en ella hacía que no quisiera sentirlo lejos, ni siquiera unos milímetros, como si su naturaleza fuera esa, mantenerse unidos de la forma más íntima existente.— Muévete…— pidió acompañando la petición co
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—Si fueras una persona más educada, te hubiera dejado recorrer mi propiedad, pero en vista de que no lo eres, dejaré pasar tu tono insolente y te pediré que te retires. Sobre el paradero de su hermana, si logro verla en algún momento le diré que la busca.Los ojos de Bleid se habían oscurecido, al igual que el aura amenazante a su alrededor, atento a cualquier movimiento que el hombre hiciera, tal y como un lobo está atento a su presa.El semblante de Gregoy se volvió frío, sus ojos Grises, tan iguales a los de su hermana, parecían un glaciar capaz de helar a cualquiera con una simple mirada.Sería tan fácil terminar con su vida tal y como había hecho con centenares de monstruos como él, pero no podía si quería seguir viviendo también.— Si mi hermana no está en casa en dos horas, pienso plantarme aquí con la policía, no es una amenaza, es una advertencia.Gregory apretó los puños y salió de aquel lugar como alma que lleva el diablo.Bleid se encontraba en ese momento observando por e
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10. Me casaré con Audrey Vangelis, lo he decidido.
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A Bleid le costó mucho dejar ir a la joven a su casa, por lo que se encontraba de mal humor cuando llegó Ravel, un brujo con casi más de 600 años que era un viejo amigo de los Wolfang, el único que, todavía, podría considerar un aliado.La mayoría de los clanes que tenían afinidad con el clan Wolfgang ya fuera de brujos o demonios; había roto o negado cualquier tipo de alianza con ellos, con el único fin de que los Vangelis no fueran por su cabeza.A Bleid le daba igual, sentía que no los necesitaba; sin embargo, mentiría si dijera que no le agradaba tener una especie de amigo en el brujo Ravel, quien le había ayudado a escapar y a recuperar las ancestrales tierras de su familia de manos de los Wolfang.Ravel era ese amigo molesto que aparece cuando menos desea que aparezca y que te ayuda sin que tú se lo pidas.—Anda deja de estar de gruñón cachorro y cuéntame el motivo por el cual no está en primera plana el asesinato sangriento de los Vangelis.Bleid, odiaba que le llamara cachorro
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