KAESAR:
Ambos sentimos el primer rugido unido que salía de nuestros lobos: Kian y Laila, nuestros Alfas Reales, estaban listos. El gruñido emergió de nuestros pechos, profundo y gutural. Era su modo de decirnos que éramos uno, listos para todo. No estábamos solos, teníamos a todos.
Tomé a mi Luna de la mano y, decididos, salimos de la cabaña convertidos en nuestros lobos Alfas. Nuestro rugido emergió, avisando al mundo que los Alfas Reales estaban vivos y que irían tras ellos. Y como si la misma tierra respondiera a nuestro llamado, emergió delante de nosotros el ejército de veteranos del difunto Alfa Ridel.—¿Qué ordenan los Alfas? —preguntaron, inclinando la cabeza ante nosotros, reconociéndome también como su Alfa—. Ordenen y serán obedecidos.—Por ahora, solo queremos que permanezcan visibles para que la manada se si