KAELA:
La anciana miró a Kaesar con una mezcla de cariño y preocupación, como si estuviera a punto de revelarle un secreto que había guardado demasiado tiempo.
—Lo sabrás cuando sea el momento —dijo mientras seguía ajustando la bufanda en mi cuello—. No todo es lo que parece, y el pasado guarda más de lo que puedes imaginar.Kaesar me miró intrigado, reflejando un mundo de preguntas que ambos temíamos formular. Levanté los hombros, señalando que no sabía de qué hablaba mi nana; a veces decía cosas que solo ella entendía.—Nana, ¿por qué siempre hablas en acertijos? —pregunté, apartándome suavemente de sus manos que no cesaban de acomodar mi bufanda.—No son acertijos, mi niña —respondió con esa sonrisa misteriosa que tanto la caracterizaba—. Son verdades queKAESAR:Abracé a mi Luna con todas mis fuerzas. Estaba tan feliz de que nos habíamos marcado el uno al otro, y todavía no habíamos tenido tiempo de hablar sobre ello, dado todo lo que había sucedido. Por eso, la separé de mi cuerpo y la miré a los ojos con una sonrisa. —Antes de irnos, ¿podemos sentarnos un momento y conversar sobre lo que nos ocurre? Ka, acabamos de marcarnos y se supone que es el momento más feliz de nuestras vidas; nadie debería separarse en este instante. ¿Cómo te sientes? —pregunté, mientras la hacía sentarse a mi lado, sosteniendo sus manos con las mías. —Lo que debemos enfrentar no será fácil. Mi madre es una persona peligrosa, al igual que mi tío. También debemos cuidarnos de mi tía Artea y de mi primo Arteón, que ahora dirigen la manada de los Arteones. Sé que te has cr
KAESAR:Sentí el peso de sus palabras, cargadas de la duda que había estado presente entre nosotros desde su regreso. Era una pregunta que no solo exigía una respuesta, sino también una reflexión sobre el legado que se nos había impuesto. —Kaela —inicié con la intención de que comprendiera por qué lo había hecho—. Es verdad que los Arteones, que son nuestros enemigos, llevan la misma sangre que yo, pero no fue por eso que no los ataqué. Mi padre siempre decía que la verdadera fuerza de un Alfa no reside en dominar, sino en proteger, y mantener el equilibrio, eso fue lo que intenté hacer. Kaela me miró, buscando en mis ojos la verdad que jamás había sido revelada a su joven corazón hasta ese momento. Dejé que leyera todo lo que había en mi mente sin restricciones. Deseaba tanto que toda
KAELA:Miré a Kaesar a mi lado en la cama con una expresión de sorpresa, la misma que veía en él. Lo habíamos logrado, y eso nos aseguraba que, en un futuro, si lográramos comunicarnos en nuestras mentes, podríamos decir el acertijo y regresar aquí, o al menos ir a donde estuviera el otro. —¡Lo logramos, amor, lo logramos! —exclamé con la misma alegría que apreciaba en su rostro. El latido de nuestros corazones resonaba en la habitación, celebrando una victoria silenciosa que solo nosotros entendíamos. A través del acertijo que habíamos descifrado, nuestra conexión se hacía aún más fuerte, firmemente entrelazada con los hilos de la magia que nos rodeaba. Kaesar me miró con una intensidad que parecía atravesar mi alma, lleno de amor. Ahora ya no necesitábamos estar juntos para hacer que func
KAESAR:Nos levantamos de un salto y comenzamos a vestirnos apresuradamente. Las manos de mi Luna temblaban tanto que no podía abotonarse la blusa. Se las tomé y la detuve, haciendo que me mirara. Escuchaba claramente sus pensamientos sintiéndose culpable. —No eres culpable de nada, mi Luna —aseguré, viendo cómo asentía con los ojos llenos de lágrimas—. Kaela, mírame, tienes que volverte fuerte. Cosas como esta ocurrirán cada día de tu vida; no podemos salvar a todos. —Lo sé, mi Alfa, pero los dejé solos en la manada con la promesa de que iba a volver enseguida y... —se detuvo para ponerse sus gruesas botas—. Vamos a ver qué sucede para que me llame así. —Espera, nunca hagas eso. No puedes salir emocionalmente sin pensar fríamente primero —la detuve de inmediato—. Somos los Alfa
KAELA:Mientras era arrastrada una vez más, como el día en que llegué y vi morir a mi padre por los traidores que nos atacaron, veía cómo ahora hacían lo mismo con Kaesar. Aunque se había convertido en su lobo Kian, seguía siendo apuñalado una y otra vez hasta caer ensangrentado e inerte en la nieve. Todo por no escucharle. —¡NOOOOO! —grité con todas mis fuerzas ante la risa burlona de Arteón, que ordenaba que acabaran con él—. ¡Juro que me las pagarás, no creas que has ganado! —Ya lo hice, princesa. No debiste resistirte aquel día en el bosque; ahora mi primo no habría muerto, ni toda su manada —me dijo con una sonrisa triunfadora. —¿Qué quieres decir con toda su manada? —pregunté con incredulidad, recordando que solo habíamos puesto a salvo
KAELA:Laila se quedó en silencio; podía sentir que estaba rebuscando en todo lo que conocíamos sobre los Alfas Reales y lo que nos había enseñado nuestro papá, hasta que la escuché revolverse inquieta antes de contestar. —Nadie puede eliminarla —Laila se detuvo un momento—. La marca de un Alfa Real es definitiva, pero... —su voz tembló ligeramente— si intenta marcarnos, el dolor será insoportable. Nuestro cuerpo rechazará la nueva marca como un veneno. Enfermaremos casi hasta morir cada vez que lo intenten; será una gran tortura, Kaela. Me estremecí al escuchar su respuesta. Los guardias seguían arrastrándome por el bosque nevado, y podía sentir cómo la distancia con Kaesar comenzaba a afectarme físicamente. Pero al menos estaba vivo, eso era lo importante; sin importar dónde me llevara
KAESAR:Me puse de pie de un salto, decidido a ir por mi Luna; sin embargo, con la misma velocidad que me había levantado, caí. Mi cuerpo parecía estar ardiendo por dentro, mis músculos se contrajeron dolorosamente, grité con todas mis fuerzas hasta perder el conocimiento. No sé cuánto tiempo estuve así. Cuando desperté, sentí a mi Beta, Otar, a mi lado respirando con dificultad. —Mi Alfa, despierta y toma un poco de agua —me llamaba mientras acercaba un vaso a mis labios, que se sentían muy resecos. Apenas podía ver, y todo me daba vueltas—. Tienes que intentarlo, mi Alfa, para que te recuperes. —Otar, ¿cuántos días he estado así? —logré preguntar. —Más de dos semanas. ¿Qué sucedió, mi Alfa? ¿Quién te hizo esto? —pregunt
KAELA:No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente. Cuando desperté, me encontraba desnuda sobre una enorme piedra, cubierta de hierbas y olores insoportables. Figuras oscuras me rodeaban, pero no lograba verlas con claridad. La marca en mi cuello pulsaba dolorosamente, mientras sentía a mi loba Laila esforzándose por mantenernos vivas.—¿Qué sucede, Laila? —pregunté, manteniéndome inmóvil para que no se dieran cuenta de que había recobrado la conciencia.—Los brujos han intentado de todo para debilitar la marca de Kian, pero han fallado. No los he dejado, —me respondió enseguida—. Gracias al cielo que despertaste. Estoy agotada, Kaela. Hemos estado aquí una semana y es lo mismo.—¿Y Arteón me...? —me detuve, sin querer decirlo, pero no hacía falta con Laila; ella escuchaba todo lo que pensab