KAELA:
La anciana miró a Kaesar con una mezcla de cariño y preocupación, como si estuviera a punto de revelarle un secreto que había guardado demasiado tiempo.
—Lo sabrás cuando sea el momento —dijo mientras seguía ajustando la bufanda en mi cuello—. No todo es lo que parece, y el pasado guarda más de lo que puedes imaginar.Kaesar me miró intrigado, reflejando un mundo de preguntas que ambos temíamos formular. Levanté los hombros, señalando que no sabía de qué hablaba mi nana; a veces decía cosas que solo ella entendía.—Nana, ¿por qué siempre hablas en acertijos? —pregunté, apartándome suavemente de sus manos que no cesaban de acomodar mi bufanda.—No son acertijos, mi niña —respondió con esa sonrisa misteriosa que tanto la caracterizaba—. Son verdades que