KAELA:
Miré a Kaesar furiosa, con un odio que nacía no solo de mis sospechas, sino de su forma de dirigirse a mí. A lo lejos, observé a todos los que habían abandonado el salón: al frente, la Luna Artemia, con Artemí a su lado y el consejo detrás, todos con sus ojos clavados en nosotros. Bajé la cabeza en señal de sumisión y seguí al alfa, reproduciendo el mismo temor que todos le profesaban. Mi mente, sin embargo, no dejaba de dar vueltas sobre lo que realmente deseaba hacer. Era consciente de que si lo acompañaba, tarde o temprano cedería, permitiendo que me hiciera suya y me marcara. No podía permitir que eso sucediera.Cuando nos alejamos lo suficiente de las miradas ajenas, contemplé cómo se transformaba en su lobo Kian, abandonándome mientras yo luchaba contra la nieve que me llegaba hasta las rodillas. El maldito collar de plata q