KAESAR:
El aire se volvió denso cuando Rufén se abalanzó hacia mí, sus fauces abiertas en un gruñido amenazador. A pesar de su tamaño considerable para un lobo normal, parecía casi pequeño en comparación con mi forma de Alfa Real. Mi pelaje negro brillaba con mi energía mientras esquivaba su ataque con una agilidad que contradecía mi gran tamaño.
—¿Es todo lo que tienes, tío? —gruñí, resonando con un poder que hizo temblar el suelo bajo nuestras patas. Los brujos que lo rodeaban comenzaron a murmurar encantamientos, intentando fortalecerlo con su magia oscura. Rufén, envuelto en un aura púrpura artificial producto de los hechizos, volvió a atacar. Esta vez, sus movimientos eran más rápidos y letales, pero seguían siendo insuficientes. Con un simple golpe de mi garra, lo lancé varios m