Él no buscaba a su destinada o más bien, no quería encontrarla. Ella una humana común y corriente, que de casualidad llega a su empresa para realizar pasantías. Pero el Lobo de él no tiene intenciones de dejarla ir. ¿Cómo que lucha contra el vínculo que los une?
Leer másEric.
Mis piernas arden debido al esfuerzo físico que implica correr sobre la trotadora, la apago una vez termino mi rutina diaria, bajo de ella y alcanzo la botella de agua que está a un lado para beber.
–Eric, te necesitan en la oficina – anuncia Matías mi guardaespalda entrando en el pequeño cuarto de gimnasia que tengo en mi edificio.
–¿Quién me busca? – pregunto cerrando la botella.
–Recursos humanos.
Ruedo mis ojos y camino hacia donde él se encuentra.
–Bien, enseguida voy.
¿ahora que quiere?
Salgo de la habitación limpiando mi sudor con una toalla pequeña, pasándola por mi rostro y cuello. Me adentro en mi oficina encontrándome con Antonio, el encargado de recursos humanos sentando frente a mi escritorio.
–Antonio ¿a qué debo tu presencia? – pregunto sentándome frente a él.
–Eric, lamento interrumpirte en su momento de entrenamiento, pero quería consultarte si este año admitiremos pasantes en la empresa. Me han estado presionando de la Universidad central respecto a si los aceptaremos.
Suelto un suspiro agotado y rasco mi barbilla. No quiero mocosos incompetentes en mi empresa.
–¿Cuándo empezarían?
–El lunes.
–Está bien, acéptelos.
–Muy bien, enseguida me comunicare con la universidad. Que tenga buena tarde.
Hago un asentimiento de cabeza viéndolo salir de mi oficina. ¿Qué carajos? ¿Por qué acepte? No me gusta tener mocosos incompetentes, que lo único que hacen es arruinar las cosas. O ilusas que creen que moviendo sus pestañas lograran algo conmigo por ser el jefe.
Mi computadora suena anunciando un nuevo correo ingresando en mi bandeja de entrada y lo abro viendo la información de los postulantes a las practicas. Eso fue rápido. Traspaso la información a mi celular para tenerla a mano y me levanto de mi silla tomando mis cosas para abandonar de una vez por todas el trabajo.
Agarro mi chaqueta y comienzo a caminar hacia la puerta, pero me detengo cuando alguien ingresa cerrando la puerta a su espalda. Mis ojos recorren su figura y una sonrisa ladeada se instala en mis labios.
María.
–¿Buscas algo? – pregunto lanzando mi chaqueta de vuelta a la silla.
–Sí – responde con una voz seductora –. A ti.
–Bueno, me encontraste – camino hacia ella acorralándola con mi cuerpo contra la puerta –. ¿Qué necesitas?
–Que me folles – responde tomando por la camiseta y estampando sus labios contra los míos.
Mis labios devoran los suyos, uno de mis brazos rodea su cintura elevándola un poco del suelo y pegándola más a mi cuerpo. Sus manos se enredan en mi cabello sudado por el entrenamiento, pero no parece importarle. La tomo en brazos, sus piernas se enroscan en mi cintura y camino con ella hasta dejarla sentada sobre mi escritorio.
Hago una seña apuntando mi erección que ella capta inmediatamente comenzando a bajar mis pantalones, me quita el preservativo de las manos y lo abre para luego envolver mi polla con él. Me acomodo nuevamente entre sus piernas y entro por completo de un solo movimiento, sus brazos se aferran a mis brazos y comienzo a embestirla con fuerza.
Al cabo de unos minutos ambos ya nos saciamos y nos encontramos completamente agotados, regulo mi respiracion mientras me quito el preservativo, lo tiro en la basura y vuelvo a acomodar mi ropa volviendo a tomar mis cosas para irme.
–Antonio me envió un correo con los nuevos pasantes – habla bajándose del escritorio acomodándose –. Creí que no aceptarías más estudiantes ¿Por qué cambiaste de opinión?
–Ni yo lo sé, solo me vi aceptando – respondo con honestidad caminando hacia la puerta.
–¿Podrás soportarlos? – pregunta siguiéndome –. Siempre te sacan de quicio.
–Deberé hacerlo, ya que acepte.
–Será divertido verte salirte de tus casillas.
Niego con la cabeza divertido y camino hacia el ascensor escuchando como ella camina tras mío. Las puertas se abren apenas aprieto el botón e ingreso para apretar el botón del estacionamiento, pero las puertas no cierran debido a que ella está apoyada sobre ellas.
–¿Nos vamos juntos? – pregunta con picardía.
–Sabes que no llevo a nadie a mi departamento, nosotros solo nos quitamos las ganas, no sé porque siempre intentas obtener algo más – le recuerdo –. Algo que sabes que no te daré.
–¿Qué harás cuando encuentres a tu mate? ¿también la dejaras fuera porque no te gusta compartir tu espacio? – alza una ceja –. A mi no me interesa conocerte más allá, pero quizás deberías cambiar tu actitud de m****a. Consejo de amiga.
–No ando en busca de mi mate, así que no preocupo por eso.
Una sonrisa se forma en sus labios y se aparta de las puertas para que puedan cerrarse.
–Como tu digas.
Es lo ultimo que escucho de ella antes que las compuertas se cierren dejándome solo dentro del ascensor. No me interesa cambiar, así como no me interesa encontrar a mi mate, solo me traería problemas, distracción y eso no lo necesito en este momento. Estoy bien así y no tengo intenciones de atar mi vida a otra persona.
¥
Sofía.
Al fin el día que tanto espere llegó. Ultimo año de universidad donde realizaremos nuestras pasantías y nada mejor que en la mejor empresa dirigida a la contabilidad. Hoy nuestro primer día, reviso mi sutil maquillaje en el pequeño espejo que tiene mi base, el autobús para y me pongo de pie rápidamente para no perder mi parada.
Es una gran ventaja que el paradero quede justo frente a la imponente empresa, cruzo la calle con cuidado y camino hacia las grandes puertas de vidrio viendo a través de ellas mi grupo de práctica. Me adentro en el edificio uniéndome a ellos y a los pocos segundos se nos acerca un hombre de traje y lentes.
–Buenos días estudiantes, soy Antonio, encargado de recursos humanos y bienvenidos a su primer día de prácticas aquí en…
–Hola Sofía – giro mi rostro hacia la voz que interrumpió mi concentración.
–Hola Mateo.
Vuelvo mi vista al frente.
–Sus horarios son de lunes a viernes de 8 am a 15 pm, almuerzo incluido en nuestra cafetería…
–¿Cómo has estado? – ruedo mis ojos volviendo a mirarlo con una sonrisa forzada.
–Bien, super ¿y tú?
–Bien gracias – responde con una sonrisa.
Asiento con la cabeza y vuelvo mi vista al frente. Otra vez.
–Así que cualquier duda pueden buscarme en mi oficina como les mencioné – genial me perdí esa parte –. Y ahora subiremos para que conozcan al jefe.
Caminamos todos juntos tras Antonio como si fuera nuestra mamá pato siguiéndolo hasta el ascensor. Nos adentramos todos en él, ya que solo somos un grupo de 5 personas. Antonio es el ultimo en entrar y marca el piso 30 en el tablero. Mateo se ubica a mi lado e intento discretamente alejarme de él, hace dos semanas que comenzó un arduo trabajo en invitarme a salir, pero he negado casa invitación respetuosamente. No me interesa tener citas en este momento, ni menos pareja, solo quiero concentrarme en terminar con buenas notas mi pasantía, lo necesito.
El timbre avisando que llegamos a nuestro piso suena y las puertas se abren dando paso a una amplia recepción. Salimos todos de la cabina metálica y volvemos a caminar tras Antonio que se mueve por el piso, caminando por un pasillo que tiene múltiples oficinas en cada lado. Observo todo maravillada, si bien solo son cubículos con gente dentro, siempre soñé con llegar a este momento.
Volvemos a detenernos en una pequeña recepción que tiene un par de sillones individuales y el escritorio que tiene a una mujer bien vestida tras él.
–Buenos días – escucho una voz aterciopelada que llama mi atención.
Levanto la vista encontrándome con un hombre realmente hermoso, nunca había visto a alguien tan bello como él. Esta enfundado en un traje claramente a la medida, labios carnosos, pelo negro y ojos miel.
–Mi nombre es Eric Black, fundador de Black Accounts y seré su máxima autoridad en estos dos meses de pasantía…
–Sofía, quería saber si quisieras ir a cenar hoy conmigo – susurra Mateo a mi lado.
–Lo siento mateo, pero no creo que…
–¿Disculpen? ¿Mi charla interrumpe su conversación? – que callé de golpe y giré mi rostro hacia mi jefe, su tono de voz de volvió frío, pero aun conservaba ese toque que me estremecía.
Negue con la cabeza presa de miedo que no me deje continuar con la pasantía y me aleje de Mateo.
–No, no, solo …
–¿Su nombre señorita?
–Sofía Parson.
–Muy bien señorita Sofía, si quiere hablar sobre su vida privada la puerta es ancha para que lo haga fuera – respondió apuntando el pasillo con la mirada mientras todos me veían con lastima –. Sino la invito a concentrarse en esto, si quiere que le vaya bien obviamente.
Opte por no decir nada más y asentir con la cabeza. Continúo hablando y explicando como funcionaba toda la empresa y lo que serían nuestros deberes dándome de vez en cuando miradas frías. Solté un suspiro silencioso lleno de frustración, mi primer día y la he jodido. Todo por culpa de mateo y su insistencia.
ERIC4 meses después.Desde lo alto de la ventana observo la plaza de la manada, recorriendo cada rincón de ella verificando que todo esté en orden y todos estén cómodos. Las personas visten de blanco, los árboles tan decorados de ese color también y el sol ya se está comenzando a ocultarse tras las montañas. Toda la manada se encuentra aquí hoy, desde chicos a grandes acompañándonos en un día tan importante como el de hoy.Mi ascenso como Alpha y nombramiento de Luna de Sofía. –¿Estás listo? –la voz de mi padre me sacó de mi mente.–Nací listo –responde Owen en mi mente haciéndome rodar los ojos.–Sí, ¿ella lo está? –pregunto caminando hacia la puerta con él–. Odio esta tradición de no verla hasta el altar. Mi padre suelta una carcajada y palmeó mi hombro.–Sí te casaras por las leyes humanas es lo mismo –caminamos por el pasillo–. Tienes suerte de que esta unión sirve para ambos. –Es un alivio, no podría soportar nuevamente estar lejos de ella 9 horas.El solo pensarlo logra eriz
ERICDos semanas después.Escucho como la regadera de la ducha cesa y mis ojos van directamente hacia la puerta entre abierta, agudizando los oídos escuchando todo lo que sucede luego; el correr de la puerta, la toalla secando y su clásico suspiro luego de colocar otra en su cabello.Minutos después sale por la puerta y se detiene cuando me nota sentado en el borde de la cama tal cual como estaba antes de que ella me dejara aquí para ir a ducharse.–¿Qué sucede? –pregunta frunciendo ligeramente el ceño.Hago un leve mohín con la boca y me encojo de hombros.–Nada en especifico, solo…–la veo con atención embelesado por ella–. Quería saber si me quieres acompañar a la academia.–¿La academia? –pregunta caminando hacia el closet.–Sí, debo ir a ver los entrenamientos y ver a los nuevos reclutas.–Bueno, me encantaría –escucho que responde desde dentro–. Además, es mi rol como Luna también verificar que ellos estén bien.Una sonrisa tira de mis labios y Owen ronronea en mi interior. Estas
SOFÍALas manos sobre mi regazo las tengo tensas, jugueteando con mis dedos por los nervios.Han pasado dos días desde la conversación con Eric, en donde prácticamente admití lo que había sucedido con Tomás, pero siendo sincera, esperaba otra reacción por parte de mi lobo.Doy una vista hacia él de reojo viendo como maneja y luego vuelvo mi vista hacia mis manos. Las cuáles deberían estar envolviendo la suya mientras maneja, pero sé que es culpa mía que no tome esa iniciativa de tomar las mías.He estado evitándolo desde que me rescató, tensándome ante cada toque de su cuerpo con el mío, pese a que mi cuerpo me exija tenerlo cerca o rodearme del calor que desprende y que de esa sensación de seguridad que siempre he amado, mi cerebro dice lo contrario; me indica peligro, que la cercanía es mala porque trae consecuencias que nublan los sentidos y todo eso es debido al secuestro.Porque cada vez que Tomás se me acercaba, significaba droga y aquello conllevaba a que mi mente se nublara e
ERIC–Tiene un trauma debido a lo sucedido, no hemos podido avanzar mucho en estos días... –la voz de Teresa llega a mis oídos–. Cada vez que intento ir más allá sobre lo sucedido en el departamento cuando Tomas de la llevo entra en crisis de pánico.–Lo sé –murmuro con pesar viendo por la ventana de mi oficina–. ¿Qué podemos hacer?–¿Sobre qué?–El trauma, obviamente si eso le genera las crisis debemos buscar la manera de tratarlo –hablo cerrando los ojos y agudizando los sentidos para escuchar los latidos calmados de mi mujer en el cuarto de al lado–. No digo que sea fácil; ya nos dimos cuenta de que no lo será, pero debemos buscar la mejor manera para que ella pueda contar que es lo que la aflige.–¿Tú has notado algún cambio? –vuelve a preguntar–. ¿Algún cambio en su actuar, su personalidad o sus demostraciones de afecto?Me quedo callado unos segundos pensando en aquello, porque si los hay.Él como se tensa cada vez que la toco.En cómo me mira con culpa en sus ojos.Como su mirad
SOFÍAMiro fijamente mis manos que se mantienen entrelazadas sobre mi regazo, consiente de la mirada que estaba sobre mí en estos momentos.–¿Estas lista? –pregunta la mujer frente a mí.Teresa creo que se llamaba.Inhalo hondo y asiento sin levantar la vista de mis manos mientras juego con mis dedos. No quiero estar aquí, no quiero hablar sobre lo ocurrido; sobre lo que tuve que pasar o sobre lo que hice.–¿Por donde quieres empezar? –vuelve a preguntar, pero me mantengo en silencio–. Que te parece si empezamos por el día en que todo inicio, ¿te parece?Hago acopio de mi memoria intentando recordar todo de aquel día y mi pecho se aprieta al recordarlo. Teresa se mantiene en silencio, aún observándome; porque puedo sentir su mirada sobre mi rostro.–Inició… –hablé temerosa–. Inició como lo hacía cada día.–¿Y cómo es eso?–Con Eric abrazándome, despertándome con besos… –susurré recordando aquellos momentos–. Una de nuestras típicas mañanas –medio sonreí–. Luego fuimos a la empresa… lo
ERIC–Bien ya que hemos avanzado con el estado de animo de la Luna, podemos hablar sobre lo ocurrido –habla Teresa–. ¿Qué opinas?Asiento sin prestarle mucha atención mientras me concentro en armar la bandeja de comida para mi mujer. Conversamos sobre ese tema, me explicó superficialmente que no podía retener comida y yo le explique lo que Isabella me había dicho sobre la marca.Así que quisimos intentar que volviera a comer ahora que estábamos juntos y su marca iba sanando.–Me parece bien, pero primero intentemos el tema de la comida –dejé un pote con fruta al lado del de arroz con carne–. Estoy más interesado en esto ahora mismo.–Me parece bien, mándame un mensaje cuando estén listos e iré a informarlos.–Bien –acepté tomando la bandeja y caminando fuera del casino del hospital.La gente al pasar me saluda con reverencias con la cabeza que respondía, este era mi pueblo, mi gente y agradecía lo hospitalarios que han sido con nosotros. A pesar de que muchos esperan que presente a So
Último capítulo