Capítulo 89. Si yo no fuera su empleado
El celular vibró.
No el sonido suave de una notificación inútil, no el eco ansioso que esperaba que fuera ella.
Era un mensaje nuevo. Corto y preciso.
Eleonor Valentini: Perfecto. Personalmente retiraré la copia correspondiente. Envíeme la dirección. Llego en una hora.
Sentí el pulso clavarse en la garganta.
Tragué saliva, tipeé la dirección con manos que todavía no terminaban de temblar.
Leandro: Serrano 823, depto 803, y la envié.
No pasaron treinta segundos antes de que apareciera el visto.
Y nada más.
Me quedé ahí, de pie en medio del departamento oscuro, mirando la pantalla apagada como si fuera una sentencia.
No tenía energía para ordenar, no tenía energía para cambiarme.
No tenía energía para rehacer la escena de Ginevra en mi cabeza… pero igual lo estaba haciendo.
Una hora. Sesenta minutos. Una eternidad o un parpadeo.
No sabía qué iba a decir, no sabía qué iba a preguntarme. Tampoco sabía qué tanto sabía.
Solo sabía que esa mujer no hacía visitas innecesarias.
Cuando por fin