Capítulo 77. La nona y mi madre.
Ginevra respiró hondo, incómoda pero educada, y asintió. No agregó nada.
—Bueno, nosotros ya nos vamos —anunció mi mamá mientras cerraba mi puerta.
—Sí, sí, váyanse nomás —dijo la Nona mientras rodeaba el auto para subirse atrás—. Este necesita cama, sopa y silencio.
—Sopa no —refunfuñé.
—Silencio sí —dijo mi mamá.
Pero Ginevra no hizo ningún amago de seguirnos. Ni siquiera se movió hacia la puerta del acompañante. En cambio, dio un par de pasos hacia atrás, hacia donde estaba su propio auto estacionado.
—Tú no vienes con nosotros, ¿ah? —preguntó la Nona desde la puerta trasera, como si fuera una posibilidad real.
Ginevra frunció el ceño.
—Tengo mi auto —respondió, como si fuera obvio.
—Pero igual vas para allá —insistió la Nona—. No seas orgullosa.
Mi madre, en cambio, sonrió con esa suavidad que solo usaba cuando realmente le agradaba alguien.
—Nos sigues entonces —le dijo—. Maneja con cuidado.
Ginevra dudó un segundo. Solo uno. Como si considerara irse en dirección contraria y evit