Capítulo 53. El incendio en sala de juntas
La reunión de las tres empezó puntual.
Como todo lo que tocaba Ginevra, al menos cuando estaba en modo jefe mandona.
La sala de juntas estaba llena, diseño, arquitectura, marketing, incluso parte del equipo financiero.
Había maquetas sobre la mesa, planos desplegados, carpetas con etiquetas prolijas y tazas de café que ya sabían a miedo.
Porque todos, absolutamente todos, sabíamos que Ginevra no venía en su mejor versión.
El aire se sentía espeso, cargado de una tensión que ni los aires acondicionados lograban aliviar.
Y ella…
Ella estaba echando fuego.
Desde que entró, su sola presencia pareció bajar la temperatura unos grados.
Llevaba una expresión que podría haber partido el cristal del ventanal si alguien la miraba demasiado tiempo.
Colocó su tablet sobre la mesa, cruzó los brazos y recorrió la sala con los ojos, como si midiera cuántos sobreviviríamos a la próxima hora.
—Bien —dijo con voz firme, sin molestarse en fingir cordialidad—. Empecemos con el proyecto de Barceló. —Valeri