Algo dentro de Clara se había deshecho aún más esa noche, y Ethan no tenía idea de lo audaz que se sentía.
Él la llevó a su habitación entre besos, mordidas y gemidos y, cuando él estaba a punto de acostarla en la cama, ella lo detuvo.
Con una mano en su oecho, lo empujó hasta dejarlo a los pies del colchón y ella se acostó sin dejar de mirarlo.
—Hoy solo te toca observar. —le dijo ella divertida.
Ethan pensó que ella estaba fanfarroneando, pero no sabía que estaba a punto de jugar todas sus cartas.
Clara le dedicó una sonrisa burlona mientras hacía ademán de subirse a la cama y acomodarse contra las almohadas.
Su piel aún brillaba con las gotas de agua que le habían caído encima al salir del coche, y podía ver el hambre en sus ojos mientras observaba cada movimiento que hacía, embelesado.
Clara se mordió el labio mientras ahuecaba suavemente sus pechos, haciendo rodar sus pezones tensos y rosados entre los pulgares y los índices hasta que se animaron.
Ella soltó un gemido entreco