C95: No estoy disponible para alimentar su curiosidad.
Jared caminó en silencio por el jardín trasero, avanzando hacia la pequeña casa ubicada en el fondo de la propiedad. Se podía percibir la humedad fría, y el cielo gris se cernía sobre los árboles desnudos que bordeaban el sendero de piedra. Las flores que alguna vez adornaron el jardín yacían marchitas por el otoño, como un reflejo del abandono al que ese rincón había sido relegado.
Sin embargo, allí, en medio de ese entorno olvidado, se encontraba Nadia, instalada desde hacía días junto a la abuela enferma. Había asumido con entrega la tarea de cuidarla, manteniéndose alejada del bullicio, de las discusiones, de las miradas inquisidoras de la casa principal.
Al llegar, Jared empujó la puerta entreabierta sin hacer ruido y entró sin anunciarse. El interior estaba tenuemente iluminado por una lámpara de mesa y olía a infusión de hierbas y a leña vieja. La escena que encontró fue serena: Nadia, sentada junto al lecho, sostenía un cuenco tibio entre las manos mientras alimentaba con esme