Ella lo miró, perpleja.
—¿Cómo puedes decirme eso, Elian? ¿Cómo que me quede aquí? Soy tu esposa, debería estar contigo. Además, es nuestra primera noche de casados...
—Ya te dije que tengo un viaje temprano. Si te llevo ahora, luego tengo que traerte de nuevo a la mañana siguiente, y no tengo tiempo para hacer todo eso ni para estar al pendiente de ti como si fuera tu niñera. Quédate con tus padres, retomaremos la noche de bodas en otro momento.
Indira apretó los labios. Él no solo la había dejado sola, sino que ni siquiera le permitía cumplir con su papel de esposa. La había reemplazado en todos los sentidos posibles, y ahora ni siquiera se molestaba en disimularlo.
—¿Y qué se supone que les diga a mis padres? ¿Que estoy en mi noche de bodas y que me voy a quedar aquí?
—Si quieres, hablo con ellos —dijo él con frialdad—. Así no tendrás ningún problema, pero no voy a cambiar mis planes. Ya dejé en claro a tu padre que soy un hombre ocupado, y aun así me aceptaron como soy. No voy a aj