C7: Parece que estabas buscando a alguien.
Rowan se vistió a toda prisa. Cada botón que abrochaba, cada prenda que volvía a colocar sobre su cuerpo, lo hacía con torpeza. Fue entonces, mientras alisaba la tela de su camisa, que sus ojos se posaron sobre la sábana arrugada, y lo vio.
Una mancha, pequeña y discreta, oculta entre los pliegues de la tela como un secreto derramado. El tono rojizo se confundía con la escasa luz de la habitación, pero no era invisible. Era evidente. Era sangre.
Rowan se quedó inmóvil. El pulso le latía en las sienes como tambores apagados. ¿Acaso…? ¿Acaso había sido su primera vez? ¿Acaso aquella joven, cuyo nombre ni siquiera conocía, le había entregado algo tan íntimo, sin más protección que la noche y el deseo? La revelación lo dejó desconcertado. Él siempre había creído que las mujeres querían que su primera vez fuese ser un acto de amor profundo, de entrega consciente, no un arrebato hacia un desconocido al calor de una fiesta. Y, sin embargo, ella lo había elegido a él. Un hombre que ni siquier