—Si te soy completamente sincero… —comenzó Rowan—... de haber sabido desde un inicio que eras tan joven, probablemente me lo habría pensado dos veces antes de involucrarme contigo. No estoy seguro de que te hubiese llevado a mi automóvil aquella noche, ni mucho menos de que hubiese permitido que las cosas sucedieran como sucedieron. Pero lo cierto es que no fue así. Nada ocurrió de ese modo. Aquel hombre que quizás habría dudado, no existe. Lo único real es este presente. Y en este presente tú y yo estamos juntos. Lo que siento por ti no tiene nada que ver con juegos ni pasatiempos. No eres un capricho para mí, Nadia.

Ella lo miró sin interrumpir, sorprendida por la intensidad de sus palabras.

—Te tomo en serio —prosiguió él—. Creo firmemente que eres una mujer con un valor incalculable, y esa es precisamente la razón por la cual decidí proponerte matrimonio. No he huido de ti, no he evitado mis emociones, ni me he escudado en pretextos. Desde aquella noche en la que estuvimos juntos