Mientras sus labios se entrelazaban en un beso profundo y lleno de sentimiento, el sonido inesperado de un teléfono móvil rompió por completo la magia del momento. El tono provenía del dispositivo de Rowan, cuya expresión cambió al instante. Los ojos de él se oscurecieron levemente mientras deslizaba la mano hacia el teléfono.

Sus facciones, usualmente serenas y controladas, se tensaron. Apenas un segundo fue suficiente para que Nadia notara el leve endurecimiento de su mandíbula, la forma en que sus dedos se aferraban con más fuerza de la necesaria al dispositivo. Era evidente: no era una llamada cualquiera.

Con voz apacible, se disculpó con Nadia por tener que atender la llamada. Ella, con comprensión reflejada en su mirada, simplemente negó con la cabeza y le respondió con una sonrisa suave que no había problema alguno.

Rowan se puso de pie con cierta rapidez y se alejó apenas unos pasos, lo justo para mantener algo de privacidad sin alejarse demasiado de ella. Levantó el teléfono