C10: Dile que necesito verlo.
A kilómetros de allí, mientras los engranajes del mundo seguían girando, Rowan Kohler se hallaba atrapado en una sala de reuniones que le resultaba tan distante. Sus ojos parecían observar los documentos extendidos sobre la mesa, pero su mente se hallaba prisionera de otro espacio. Su conciencia se deslizaba hacia atrás, una y otra vez, a aquella noche.
Volvía a ver con claridad esa casa y volvía a sentir entre sus manos el cuerpo de una joven que no le dijo su nombre, pero cuya imagen se había instalado en su memoria.
No entendía qué lo había dejado tan marcado. No era un extraño en el arte del deseo efímero. Había conocido a muchas mujeres y más aún en el círculo de poder en el que él se movía. Pero aquella muchacha tenía algo distinto, algo que no podía nombrar sin reducirlo. Era torpe, sí, y parecía no saber bien qué hacía, pero esa misma torpeza lo había conmovido, lo había fascinado.
Lo que lo perturbaba no era solo el hecho de que ella fuera virgen, era que lo hubiera elegido