El sol cae con suavidad sobre la ciudad. No es el calor abrasador del verano ni el frío punzante del invierno. Es ese punto exacto donde la brisa se mezcla con luz, donde todo parece calmo. Perfecto.
Es nuestro primer paseo como familia.
Amelia duerme tranquila en el cochecito. Liam camina a mi lado con una mano sobre mi espalda baja, como si supiera que todavía no termino de recuperar el equilibrio después del parto. Y Camila… bueno, Camila va adelante, como siempre, liderando el camino con su energía brillante, con una gorra de colores mal puestos y una cámara de juguete colgando del cuello.
—Hoy soy la fotógrafa oficial de la familia Blackwell —declara con orgullo mientras apunta su lente plástico hacia nosotros—. ¡Sonrían!
Sonrío. No por la foto. Sonrío porque por fin, después de todo, estamos aquí. Porque este es nuestro primer día sin miedo.
Pasamos frente al parque central. El mismo donde solía venir sola con Camila cuando todo empezó. Donde me sentaba en la banca rota del