No sé en qué momento Camila se convirtió en la niña más creativa y organizada del mundo… aunque, pensándolo bien, creo que siempre lo fue. Esta tarde, mientras Amelia duerme en mis brazos, la escucho corretear por la casa con pasos pequeños y decididos. Hay ruidos de cinta adhesiva, papel, tijeras, y un susurro cómplice entre ella y Liam que me hace sonreír.
—No puedes entrar al salón todavía, Zoé —me grita desde la otra habitación—. Es súper secreto.
Levanto una ceja y miro a Liam, que aparece por el pasillo con esa cara de “yo no sé nada” que lo delata por completo.
—¿Súper secreto? —pregunto.
—Nivel ultra top secret —responde, conteniendo la risa.
Camila siempre ha tenido ideas locas, pero esta vez hay algo distinto. Se nota en su voz, en cómo se afana, en cómo se le escapa una risa nerviosa. Y yo… yo dejo que fluya. Después de todo, la vida con ella me ha enseñado que a veces los mejores momentos llegan sin planificación.
Una hora después, por fin me llama.
—Zoé… Liam… ya pueden v