Capítulo 75: Lucía no es mi Hija.
El médico del pueblo llegó minutos después, aún con el impermeable puesto. Lo revisó con calma, mientras Lía permanecía de pie, temblando.
—Está débil, deshidratado, pero no es grave —dictaminó el doctor—. Solo necesita reposo… y alguien que lo saque de este estado.
Lía asintió. Y sin esperar más, con ayuda de uno de los empleados, lo levantó entre ambos. Nicolás protestaba débilmente, pero ella no le dio oportunidad de resistirse.
—No se atreva, Lía —murmuró con voz ronca—. No tiene derecho…
—Tengo el derecho de salvarle la vida —respondió ella con firmeza.
Lo llevaron al baño. Lía abrió la ducha y dejó que el agua fría lo golpeara. El hombre trató de apartarla, pero ella lo sujetó con una determinación feroz.
—Ya basta de autocompasión —dijo con dureza—. Usted no es un muchacho. Es un Cancino, y los Cancino no se destruyen así.
El agua arrastraba el cansancio y la miseria, mientras Lía, sin pudor ni vacilación, lo afeitaba con manos firmes. Después lo vistió con una camisa limpia