Capítulo 70: Una Clínica de Reposo.
El viaje fue largo y silencioso.
Cuando por fin llegó, se quedó unos minutos frente a la vieja puerta, respirando profundo, como si necesitara reunir valor para enfrentar su pasado.
Pero al entrar, algo la desconcertó: la casa estaba vacía.
El silencio la envolvió como un eco triste.
—¿Mamá? —llamó con voz temblorosa—. ¿Mamá, estás aquí?
Nadie respondió.
El polvo se acumulaba sobre los muebles y las cortinas permanecían cerradas, dejando pasar apenas un hilo de luz.
Lía dejó las maletas junto a la pared y se sentó en el viejo sofá con los niños en brazos.
El corazón le latía con fuerza, una mezcla de susto, cansancio y desolación.
Sacó su teléfono y llamó al número de su madre.
Nadie respondió.
La sangre se le heló.
De inmediato intentó comunicarse con su hermana, pero no contestó. Le dejó varios mensajes, suplicando una respuesta, una pista, algo.
Nada.
La noche cayó lentamente sobre la casa vacía.
El sonido del viento se colaba por las rendijas, y Lía, abrazando a sus hijos