Capítulo 41: La Prometida Abandonada.
Pero su plan se tambaleó esa misma noche, cuando Jorge, con el rostro serio y la voz apagada, la citó para hablar.
—Dayana —le dijo, sin rodeos—. No puedo casarme… al menos no ahora.
Ella lo miró sin entender, buscando en su expresión alguna señal de duda que pudiera aprovechar.
—¿Qué dices? —preguntó, forzando una sonrisa—. ¿Estás nervioso? Es normal antes de la boda…
—No —respondió él con firmeza—. No se trata de nervios. Simplemente no quiero casarme. Es mejor posponer la fecha… o cancelarla.
Las palabras se clavaron en ella como cuchillos. Jamás permitiría que la dejaran plantada, jamás sería “la prometida abandonada”. La humillación pública no formaba parte de su destino.
Apretó los puños bajo la mesa y juró en silencio que, aunque Jorge se echara atrás, Lía pagaría las consecuencias. Si su boda se derrumbaba, la culpa debía recaer sobre aquella mujer, la aseadora que había osado robarle la atención del hombre que le pertenecía.
Dayana continuaría con su plan, aunque Jorge ya no