CAPÍTULO 50

Daniela tuvo que quitarle la mirada, era demasiado para ella, y parpadeó cuando sus ojos se nublaron. Ella miró hacia todo el lugar y luego notó un bar exclusivo en la esquina del lugar.

—¿Meli? ¿Quieres algo de tomar?

Melissa negó.

—No por ahora.

—Bien, vengo en unos minutos.

Ella asintió y luego aspiró el aire para seguir escuchando al jefe de Daniela, que no la dejaba respirar un segundo.

Entonces Daniela le sonrió al hombre detrás de la barra.

—Un Martini, por favor —y él asintió.

Ella intentó calmar el fuego que se gestaba dentro de su estómago y mientras esperaba la bebida, lo sintió. No necesitaba verlo. El aire cambió, su piel se erizó y supo que estaba detrás de ella antes de que hablara.

—¿Es parte de tu plan que todos te vean como yo te vi anoche? —la voz baja de Víctor le acarició la nuca, y Daniela giró lentamente, alzando la barbilla.

—No todo gira en torno a ti, Víctor. Si la gente me mira, es porque puedo hacerlo —respondió, tomando su Martini sin apartar la vista de
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