Daniela salió de la empresa después del lunch, y llegó a casa temprano para notar que Melissa se estaba pintando las uñas de los pies.
—Recortando presupuesto.
Ella se rio besándole la corona de la cabeza, y luego saludó a sus hijos que ya habían llegado del colegio, pero prontamente, el timbre se escuchó.
Entonces ella abrió la puerta.
—Señorita Daniela —ya conocía a ese hombre, siempre era el mismo que Víctor encargaba para con sus hijos.
—Hola.
—Hola… vengo de parte del señor Víctor.
—Lo sé.
—Los mellizos serán llevados a la mansión, estarán supervisados en todo momento, y el señor me pidió que nos acompañe para que usted vea con quién estarán y cómo estarán supervisados, ya está todo preparado.
Daniela parpadeó rápido y asintió.
—Chicos, vamos a buscar sus cosas.
—No necesitarán nada —apuntó el hombre, mientras Adriano y Mateo corrieron para abrazar al hombre.
—¡Kosta! —ambos chicos lo saludaron y él les sonrió. Ni siquiera Daniela se sabía el nombre mientras sus hijos sí.
Ella av