Melissa no supo si fue la palabra “novia” o la forma en la que Bruno la dijo, pero algo se rompió o tal vez se reconstruyó dentro de ella. Pero también estaba la situación del porqué estaban aquí exactamente.
El sitio le traía algunos recuerdos vagos, sobre todo cuando sus padres adoptivos, la eligieron a ella y a Javier de uno como estos en España.
Parpadeó varias veces y sacudió sus pensamientos. No quería traer los recuerdos y luego miró a Bruno.
—¿De qué se trata?
—Ya lo sabrás. Hay alguien a quien quiero que conozcas.
Melissa pasó el trago y asintió, y aunque Bruno pensó que era idea suya, ella se había pegado más a él de forma significativa.
Las mujeres del refugio la miraron con una mezcla de simpatía y sorpresa, pero Melissa solo pudo esbozar una sonrisa tensa mientras seguía caminando a su lado.
—¿Vienes seguido? —preguntó en voz baja, mientras subían por un pasillo iluminado por la luz suave de la tarde.
—Sí, desde hace unos meses —respondió Bruno, con un tono que no admitía