Como cada mañana Luar se levantó temprano, se sentó en su cama, bostezo, estiró sus brazos hacia arriba y se dispuso a comenzar su día.
— Hoy todo será bonito – dijo en voz alta y se dirigió al baño.
Una vez que estuvo bañada y vestida fue hacia la cocina a preparar su café y el desayuno de su cachorro.
Al tener todo listo se dirigió a la habitación de Ethan, una tenue luz iluminaba el lugar pero aún así podía ver a la perfección a su pequeño, con cuidado se acercó a la cama agachándose a un lado de esta mientras observaba el hermoso y angelical rostro de su hijo.
Una sonrisa se le dibujó en los labios cuando Ethan se removió un poco mientras hacía una mueca en su carita debido a que ella le había apartado un mechón de pelo de su frente.
– ¡Buenos días cariño! – dijo con su dulce voz, en tanto le depositó un tierno beso en la frente, acción que hizo que el pequeño parpadeara varias veces antes de abrir sus oscuros ojitos.
– ¡Buenos días mamita! – hablo por lo bajo con una amplia sonri