Sibelle
- Estás enfermo, deja de alentarlo en sus tonterías. ¿Te parece normal lo que hizo?
- Claro que no, es tan... irrealista. Me pregunto cómo te sientes contigo misma. Esta situación es realmente caótica. Debiste hacerlo entrar en cólera para que se comportara así.
- ¿Por qué siempre me acusas a mí?
- Porque no me escuchas. Siempre haces lo que quieres. Se suponía que debías calmarlo. Pero, ¿qué hiciste en su lugar? Lo hiciste entrar en una furia aterradora que lo llevó a hacer lo que hizo.
- Pero tengo derecho a decir lo que pienso sobre sus acciones. No soy un robot para hacer al pie de la letra lo que me pide.
- ¡Qué tonta puedes ser a veces! Hay que atraer a las moscas con azúcar y no con vinagre.
- Lo siento, cariño, pero nunca me voy a callar. Si no estoy satisfecha con algo, siempre lo diré. No importa lo que me haga, no me callaré.
Ella se quedó en silencio y me miró por un buen rato.
- Te entiendo, pero a veces hay que saber hacerse la tonta. Mira a Jenifer, a ella no le