Capítulo 42

El coche avanzaba sobre el asfalto mojado. Gerhard al volante, atento a la ruta. Yo, sentada en la parte trasera, las manos reposando en mi vientre, seguía el movimiento de los árboles por la ventanilla. Leo iba a mi lado, revisando su teléfono. No hablábamos, pero su mano buscó la mía apenas notó que me removía intranquila en el asiento. La sostuvo, acariciando mis dedos.

Intenté iniciar conversación una vez, pero su respuesta fue escueta. Parecía concentrado resolviendo algo.

—El bebé ha estado muy inquieto hoy —comenté de nuevo, me ahoga estar en este mutismo, especialmente porque no sé de qué iba todo esto.

—¿Tan inquieto como su madre? —replicó enfocado en la pantalla.

—Algo así. Me interrumpió en una reunión —sonreí tras recordar las pataditas que dio.

Él dejó el teléfono a un lado, ofreciendo su atención completa.

—¿Comiste algo?

—Sí. A medias, pero sí —contesté, encogiéndome ligeramente de hombros.

Durante este embarazo he estado insoportable con la comida. Nada me provoca rea
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