Capítulo 43
El sonido de las olas era lo único constante esa mañana. Vera se había adelantado a la playa con las demás, como le había pedido. Yo me quedé en la cabaña unos minutos más, tomándome el café. Recibí un mensaje de Thomas más temprano: «Tenemos algo».

Marqué su número y apoyé el codo en la baranda del porche. Al segundo tono respondió:

—Señor.

—¿Novedades?—Respondí

—Ya rastreamos parte del origen. Ha sido complicado —explicó metódico—. Como sabe, el análisis nos ha llevado a varios puntos. Tuvimos que incorporar a un experto en ciberseguridad. Según su informe, la persona utiliza redes públicas, siempre bajo VPN, y envía los correos desde equipos compartidos. El último fue enviado desde una biblioteca.

—¿Tienen un perfil?

—Sí, señor. El investigador privado y el técnico lograron seguir el rastro. Ya tenemos algo sólido.

—¿Y bien?

—No es ella —confirmó, anticipándose a mi pensamiento.

La tensión en mis hombros se alivió.

—¿Estás completamente seguro?

—Comprobado. Est
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