"La verdadera traición no viene de los enemigos, sino de quienes más queremos". Charly Reyes, de veintiún años, lo aprendió cuando las personas que más amaba la traicionaron. Se juró alejarlas de su vida para siempre, pero retirarse de la universidad no era una opción, y evitarlas en el campus parecía imposible. Su única escapatoria fue mudarse con Taylor Vega: el mayor rival de su exnovio y el chico malo más famoso de la universidad. Se suponía que sería una solución temporal, pero mientras las tensiones aumentaban y empezaba a sentir chispas, Charly se preguntaba: ¿realmente había resuelto sus problemas, o estaba a punto de cometer otro error? *** —Que te quede claro, solo somos compañeros de casa. No eres mi tipo, así que ni se te ocurra intentar aprovecharte de mí. —Charly estableció las reglas. Sin embargo, una mañana, despertó en el cuarto de Taylor. Sus ojos grises se clavaron en los de ella mientras sonreía con malicia, y preguntaba con voz juguetona, —Pensé que no era tu tipo. Entonces, ¿quién se está aprovechando de quién en realidad?
Leer másEl primer día en la plantación resultó agotador, ya que pasaron la mayor parte del tiempo recorriendo los diferentes campos de huertos, ya fuera caminando o montados en carretas. Para la familia de Adrián, la experiencia fue tanto educativa como refrescante. Uno de los momentos más destacados de su reunión fue la cena. Además de la abundante comida, la compañía fue divertida e instructiva mientras el gobernador compartía la historia de su familia.Como eran muchos, cenaron en el patio trasero de la finca, que se abría hacia los huertos.—La verdad es que conocí a mi esposa, Samara, bajo un nogal ancestral de esta plantación —contó el gobernador Carrington—. Nos subimos a sus ramas para contemplar la tierra.—Le conté a Dionisio cómo mi familia perdió su granja debido a una crisis financiera, y él me prometió recuperarla —añadió Samara. Sonrió, mirando al gobernador con los ojos llorosos—. Muchos años después, expandió la finca.—Esa fue mi promesa a Samara, restaurar la tierra que una
Adrián suspiró, con su mente divagando hacia su hija menor.***Plantación de Nueces Carrington.—¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos! —los saludó calurosamente el gobernador Carrington en el patio delantero de la casa de campo—. Bienvenidos a nuestro orgullo y alegría.Como el trato de Valle Cima Solar había sido entre Claudio y Dionisio Carrington, Adrián nunca había conocido personalmente al gobernador antes. Extendió la mano y le dijo:—Gracias por la invitación. Esperamos vivir una experiencia única.—Adrián, ya conociste a mi nieto, ¿verdad? —le dijo el gobernador, volteándose hacia Taylor.Adrián se rio y le respondió:—Por supuesto. ¿Cómo podría olvidarlo?Estrechando la mano de Taylor, añadió:—Qué gusto verte otra vez, Taylor.Más miembros de la familia del gobernador salieron a saludarlos. En cuanto Adrián presentó a su esposa, sus reacciones fueron abrumadoramente entusiastas.Samara, la esposa del gobernador, tenía lágrimas en los ojos mientras besaba las mejillas de Riley.Sabana,
Charly: [Acabo de llegar a la oficina del tío Poncio. No se preocupen por mí.]Adrián leyó el mensaje de Charly con cierta angustia en su corazón. Esa mañana, Charly había evitado el desayuno y se quedó encerrada en su habitación hasta que partieron hacia Valle Cima Solar.Viajaban por tierra hacia la Plantación de Nueces Carrington. El mayor pesar de Adrián era no poder arreglar las cosas con su hija. Por más que quisiera cancelar el viaje, el resto de la familia estaba emocionada por la experiencia. Además, el gobernador Carrington era un hombre muy respetable que merecía su presencia.Había dos rutas hacia Campo Rojo: una por Luxford, que Charly conocía bien, y otra por Valle Cima Solar.Adrián le respondió: [Si puedes venir, pediré que alguien pase por ti.]Charly: [No te preocupes, papá. Yo me las arreglo, pero no sé si podré ir.]Adrián percibió la frialdad en la respuesta de Charly, y finalmente comprendió cuánto había lastimado a su hija. Se frotó las sienes y murmuró:—Más le
—Apruebo que trabajes para Pagos Reyes —le dijo Adrián con una sonrisa—. ¿Todo bien?—Quiero hablar del chico del que te estaba contando —intentó Charly—. Es realmente genial, papá.—Estoy seguro de que lo es, cariño, pero déjame decidir eso a mí —dijo Adrián, levantándose.—¿A dónde vas? —le preguntó Charly—. ¿Cómo puedes decidir si ni siquiera quieres escuchar? ¡Papá, tengo novio!Adrián estaba a punto de salir por la puerta cuando se quedó inmóvil. Su espalda se tensó ante la confesión de Charly.Demonio Interior: 'Aquí vamos. Menos mal que tenemos un fondo fiduciario.'—Papá, he estado queriendo decírtelo, pero sigues evitando el tema —suplicó Charly—. Por favor. Por favor, papá. Escúchame.Adrián se dio la vuelta con la mandíbula apretada. Se puso las manos en la cintura antes de preguntarle:—Pensé que ya habíamos acordado esto, Charly. ¡Nada de novios hasta que cumplas veinticinco!—¿Por qué? —le preguntó Charly—. Tú saliste con chicas en la universidad. Mamá también.—¡No querí
—¿Charly? ¡Ya llegaste a casa! —dijo Adrián una tarde de jueves.—Sí, ya estoy en casa —le respondió Charly con una sonrisa antes de abrazar a su padre en la puerta—. Y por una buena razón.—¿Y cuál sería esa buena razón? —le preguntó Adrián, alzando una ceja—. Oye, es viernes. ¿No tienes clases?—Son los exámenes parciales, y algunos profesores nos dieron proyectos para hacer en casa —explicó Charly.—¿Charly? ¡Charly! —exclamó Freya, corriendo por las escaleras de la mansión. Las hermanas se abrazaron antes de que Freya saltara de alegría.—Te ves tan radiante y feliz. Me pregunto por qué. ¡Jaja! —la molestó Freya, y Charly le lanzó una mirada de advertencia.—¿Charly? —Su hermano Gaspar bajó con los ojos muy abiertos. Sonrió con malicia y la molestó—: ¡Regresaste! Supongo que es hora de tener el número de los bomberos en marcación rápida otra vez.Demonio Interior: '¿En serio es tu hermano?'—¿Dijiste Charly? —gritó Quiano. Tenía la misma mirada traviesa antes de comentar—, Guau. Dé
Los besos de Taylor eran puro fuego. Tenía el cuello húmedo, ¡y claramente le estaba dejando marcas de amor!—Tengo que desahogarme, nena. Me voy a volver loco si no lo hago —dijo Taylor, incorporándose.Charly no entendía del todo, hasta que él comenzó a mover las caderas y a presionar su bulto entre los muslos de ella.La sensación hizo que Charly se encendiera por completo. Mientras seguían besándose, ¡la sensación que sentía en la entrepierna la estaba volviendo loca! Se volvió más consciente de esa zona, una sensación intensa acumulándose ahí abajo.Después de unos minutos, los besos de Taylor alcanzaron su punto más intenso. ¡Charly sintió que él quería devorarle todo el cuerpo! Antes de que se diera cuenta, él gruñó, empujando las caderas contra ella mientras su mano se apretaba alrededor de su pecho.Taylor se corrió aún con los pantalones puestos.—Joder —Taylor dejó caer todo su peso encima de Charly, respirando profundamente. Luego dijo—: Dios, fue algo aterrador enfrentar a
Último capítulo