En el departamento, Charly y Taylor estaban sentados uno frente al otro, con miradas que se cruzaban en silencio. Los dos parecían reconsiderar la situación.

—No puedo creer que acabé en este lío —murmuró Charly—. Eres el peor compañero que podría tener.

—¿De verdad? —preguntó Taylor—. ¿Y eso lo dices por tu gran experiencia viviendo con hombres?

—Tú... —Charly apretó los dientes, con la cara encendida por la rabia.

—A ver, cuéntame, Charly Rubia, ¿por qué buscas otro lugar apenas comenzado el semestre? ¿Dónde vivías antes? —Taylor se burló y añadió—. ¡A lo mejor tus compañeros no te soportaban y te echaron!

—¡No sabes de qué hablas! —contestó Charly—. Tengo mis motivos, y no son asunto tuyo.

Taylor se aclaró la garganta y dijo, —Bueno, da igual, Charly Rubia...

—¡Deja de llamarme así! —lo cortó.

—Es mi forma de distinguirte de Charly Solano. —le explicó.

—¿Quién es Charly Solano? —preguntó ella.

Con una sonrisa maliciosa, Taylor respondió, —No es asunto tuyo.

Charly se quedó sin palabras, pero antes de que pudiera decir nada, Taylor continuó, —Si quieres irte, adelante, pero conseguir un buen departamento es complicado, y mira que estoy siendo amable... dándote esta oportunidad de vivir conmigo.

Taylor la miró de reojo y agregó, —Pero si decides irte, voy a necesitar algo de tiempo para devolverte el depósito. Y el adelanto que pagaste no te lo puedo regresar, está en el contrato.

—O sea que en realidad estás pensando en esto porque ya te gastaste mi dinero. —le soltó Charly.

—Lo gasté en algo importante, pero te dejo quedarte más que nada porque quiero ayudarte. Lo del dinero viene después —admitió Taylor.

Ella cerró los ojos y en su mente, vio a Regina tomando posesión de su antiguo cuarto. Eso la llenó de rabia, se sentía maltratada injustamente.

¡Ella fue la lastimada, pero terminó siendo quien tuvo que buscar otro lugar, y justo cuando pensó haber encontrado el sitio perfecto, resultó ser otra decepción!

Sin embargo, reconocía que Taylor tenía razón. ¿Dónde encontraría otro lugar tan conveniente? El hotel no era una opción a largo plazo, quedaba distante y tenía una iluminación terrible.

"Me voy a arrepentir de esto", pensó Charly. Mirando directamente a Taylor al ceder, —Okey. Me quedaré hasta que termine el semestre, pero vamos a aclarar algo, solo somos compañeros de casa. ¡Y punto! No eres mi tipo, así que ni se te ocurra intentar aprovechar de mí.

Taylor alzó una ceja, se señaló a sí mismo y contestó, —Mira, Charly Rubia, no necesito aprovecharme de nadie para conseguir lo que quiero.

—Vaya, qué presumido eres. —le dijo Charly.

—Solo digo la verdad —respondió Taylor inclinándose hacia ella. Con una mirada seria continuó—. No sé qué has oído sobre mí y tampoco me importa, pero una cosa es segura: yo no me aprovecho de las mujeres.

Charly guardó silencio al notar que sus palabras habían tocado una fibra sensible en Taylor. Tras tragar saliva, respondió, —Bien, solo para que sepas, tengo una pistola eléctrica y gas pimienta. Conozco Karate, Taekwondo, Judo y Tai Chi.

El silencio los envolvió, y cuando Charly creyó tener la situación bajo control, Taylor respondió, —¡Qué coincidencia, yo también! Soy experto en artes marciales. ¿Practicamos juntos?

Al ver la expresión delatora de Charly, quien claramente había exagerado sus habilidades, Taylor soltó una risa y dijo, —Ya, ya, Charly.

—Solo te advierto que si me tocas, vas a... —ella pasó su dedo por el cuello simulando degollarse y añadió—: ¿Entiendes? Conozco gente que puede hacer que desaparezcas.

—No. Voy. A. Tocarte —aclaró Taylor, separando cada palabra—. Pero espera, ¿y si tú te aprovechas de mí? ¿Qué debo hacer yo entonces?

Sonrió con malicia, dibujando en sus labios un gesto burlón.

Charly arrugó la nariz con disgusto y respondió, —Jamás te tocaría.

Después de dejar eso bien claro, añadió, —Hay que armar un horario para el baño.

El departamento era perfecto y el espacio estaba bien distribuido, pero solo contaba con un baño. Entre chicas no habría problema, pero al vivir con un chico, los límites debían ser claros.