Capítulo 4
—¡Tu nuevo apartamento es increíble! —la hermana de Charly la elogió.

Charly le mostraba su nuevo hogar a su hermana a través de una videollamada mientras la noche avanzaba; el cansancio parecía esquivarla pues la emoción le había robado el sueño por completo.

—Sí, está limpio y es espacioso. Creo que vale la pena los 3000 dólares. ¡Jaja!

—¡Bah! —su hermana, Freya, se burló—. Me parece barato.

—¡No! ¡Jaja! —Charly rio de nuevo—. Luxford no está tan desarrollado como Halliport. La única fama que tiene se debe a la universidad. La verdad es que el alquiler no debería costar tanto, pero igual me siento con suerte por haber encontrado donde quedarme.

Charly sonrió sentándose en el sofá. Miró alrededor, con el viento acariciando su rostro desde el balcón de la sala. —Con este depa y esta vista tan linda, creo que aguantaré lo que queda del año en Luxford.

Apenas le restaba un año de estudios, y cambiar de universidad a esas alturas resultaría complicado. Quizás, después de todo, podría resistir hasta el final.

Charly habló con su familia después. Tenían muchas preguntas, especialmente sobre sus amigos, pero ella dijo, —Solo buscaba un lugar con buena vista... ¡para que me dé ánimos y seguir siendo la mejor del curso!

—¡Esa es mi niña! —exclamó su madre, Riley Reyes.

—Estoy orgulloso de lo que has logrado, especialmente tu independencia —la elogió su padre, Adrián Reyes—. Todavía no puedo creer que te hayas mudado sola, que hayas buscado un nuevo lugar por tu cuenta...

Charly se echó a reír, interrumpiendo las palabras de su padre. —Papá, ya no soy una niña, y sí, he aprendido mucho desde que estudio aquí.

Sus hermanos, Quiano y Gaspar, bromeaban desde el fondo con todo lo imaginable, buscando su atención, por lo que la llamada se convirtió en un divertido encuentro familiar.

Al final, su padre le recordó, —Concéntrate en tus metas y nada de citas hasta...

—Hasta que tenga veinticinco. Ya lo sé, entendido. —completó Charly por su padre.

Sonrió para sí misma, pensando "Qué anticuado... pero sé que solo me protege". En el fondo, comprendía el cariño tras las palabras de su padre.

—Buenas noches, Charly Raquel. Te queremos y te extrañamos todos los días —dijo su madre.

Charly le lanzó un beso a su madre, diciendo, —Yo también te extraño, mamá. Te quiero. ¡Los quiero, papá, Freya y a mis hermanos molestos!

—Oye, ¡lo que pasa es que nos echas de menos! —afirmó Gaspar.

—Me imagino que nadie te molesta allá. —dijo Quiano, el otro hermano de Charly.

Poco después, colgó la llamada. De nuevo sola, Charly añoraba su hogar. La herida de la traición aún palpitaba en su pecho, pero en su interior, sabía que sanaría.

Su primer paso para "seguir adelante" fue entregarse a un profundo sueño en su nuevo apartamento. Se acomodó en su nueva cama y se cubrió con las sábanas. Pero justo antes de rendirse al sueño, un mensaje iluminó su pantalla. Alcanzó a leer: "Hola, soy tu compañero de piso. Llego al amanecer, pero no te preocupes, puedo entrar solo. Soy..."

Sin embargo, el sueño la venció antes de que pudiera leer el mensaje completo.

***

Al amanecer, Charly inició su día con un vaso de agua tibia, ritual que nunca saltaba. De vuelta a su habitación, el sonido del agua corriendo captó su atención, alguien estaba usando la ducha compartida.

"¿Ya llegó la señorita Dáuson?" Se preguntó Charly. Entonces recordó que la señorita Dáuson le había enviado un mensaje anoche.

Sus ojos brillaron con entusiasmo y dudó en hablarle a la señorita Dáuson a través de la puerta del baño, pero tampoco quería parecer grosera, así que saludó, —¡Buenos días, señorita Dáuson!

Cuando la ducha se detuvo momentáneamente, Charly se presentó de nuevo, —Soy yo, Charly. La dejo ducharse primero, y hablamos después. Un placer conocerla.

Charly sonrió y al girarse, la puerta del baño se abrió de repente y una voz masculina resonó, —¿Quién carajo eres tú? ¿Y qué haces aquí?

Se le aceleró el corazón inmediatamente. Charly se volvió bruscamente hacia la dirección de la voz, y al ver un rostro familiar, gritó, —¡Ay, Dios mío!

Ante ella, estaba Taylor Vega.

—¿Cómo entraste aquí? —espetó Taylor—. ¿Quién te dio las llaves?

—¿De qué hablas? ¿No te equivocaste de apartamento? ¡Yo acabo de rentar la mitad de este lugar! —respondió Charly—. ¿Y por qué estás medio desnudo?

Entonces vio a Taylor apenas cubierto por una toalla, con gotas de agua sobre su cuerpo atlético, por lo que su mente quedó en blanco por un instante.

"Pero qué buen cuerpo... ¿cómo puede ser tan perfecto?" Se preguntó.

—¡Oye! ¡Deja de mirarme el pecho y respóndeme! —ordenó Taylor entre dientes. De pronto, con un destello de reconocimiento en sus ojos, comentó—. Te conozco, eres la que chocó conmigo el viernes pasado. ¿Qué? ¿Solo me viste una vez y ya andas persiguiéndome?

—¡¿Qué?! —replicó Charly—. ¡No te perseguí! ¡Vivo aquí, por Dios! ¡Me acabo de mudar ayer!

—¿Tú... qué? ¿Te mudaste aquí? —preguntó Taylor señalándola con el dedo, sus ojos se dilataron con asombro al aclarar—. ¿Tú... eres Charly Reyes?

Con la mirada inquieta, ella alzó la voz y respondió, —¡Sí! ¡Soy yo! ¿Cómo sabes mi nombre?

Hubo una larga pausa, lo que puso a Charly aún más nerviosa. Taylor se echó hacia atrás, estudiándola antes de exclamar, —¡Eres una chica!

Alzando una ceja, Charly dijo, —Sí, obviamente soy una chica, ¡y tú te metiste a mi apartamento sin permiso! ¡¿Cómo entraste aquí?!

Con un ligero temblor en el labio inferior, Taylor aclaró su garganta antes de preguntar nuevamente, —¿Tú eres Charly Reyes?

—¿Cuántas veces tengo que repetirlo? Eres tú quien tiene que darme explicaciones. ¿Quién eres y qué haces aquí? —preguntó Charly. En ese instante reconoció a Taylor Vega, aquel chico de mala reputación que, según rumores, salía con varias chicas a la vez—. ¿Estás saliendo con la señorita Tania Dáuson?

—Eres Charly Reyes —repitió Taylor mientras le señalaba repetidamente con un dedo.

Evitando a Taylor, Charly corrió hacia la otra habitación, preguntando, —¿Está la señorita Dáuson aquí? Ella puede explicarte.

—¡Señorita Dáuson! ¡Señorita Dáuson! ¡Soy yo, Charly Reyes! —Charly llamó a la puerta, pero no hubo respuesta.

—No, no está aquí porque ¡Tania es mi prima! ¡Yo soy quien alquila este lugar y decidí compartirlo para pagar menos. Yo mismo le pedí a la administración que pusiera el anuncio buscando compañero de piso —reveló Taylor—. ¿Entiendes? Me pagaste la mitad del alquiler y el depósito a mí, no a Tania.

Charly quedó boquiabierta. Su corazón pareció detenerse por un instante. "¿O sea voy a vivir con Taylor Vega? ¿En serio? ¡No puede seeeer!"
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP