"Te amo Charly, y siempre tendrás un lugar especial en mi corazón, pero necesito espacio, será mejor que terminemos". Las palabras de Lucas de la otra noche resonaban en la cabeza de Charly. "Necesito concentrarme en mis estudios y en el básquetbol. Los reclutadores vendrán este año, y esta podría ser mi única oportunidad de entrar a la NBA. Espero que lo entiendas, Charly".
Aquello significaba que el básquetbol ocuparía toda su vida desde ese momento, y ella no representaba más que una simple distracción.
Con ironía, Charly pensó que había estado preparada para presentarle a Lucas a su familia. Él habría quedado impresionado, pero lamentablemente, lo terminó todo antes de poder conocer a la verdadera Charly Raquel Reyes.
Charly observaba el partido entre los Atómicos y los Guerreros de Wall Street de la Universidad Luxford. Su escuela tenía cuatro equipos de básquetbol, y cada año competían por la oportunidad de representar a la institución en la Asociación Nacional de Básquetbol Universitario.
Lucas Suárez era el capitán de los Guerreros de Wall Street, quienes representaban a las carreras de negocios, mientras que los Atómicos representaban a los estudiantes de ingeniería.
En la cancha, Lucas driblaba el balón con maestría, la intensidad del juego despeinaba su cabello castaño oscuro. Su mandíbula definida y su expresión concentrada acentuaban su apariencia impactante. Con cada driblaje controlado, sus brazos tonificados se flexionaban, y su postura atlética mostraba su fuerza.
"Es guapo, inteligente, deportista y tiene una buena posición", pensó Charly con pesar. "Mis padres lo habrían adorado".
"¡Es su pérdida! No formará parte de mi increíble familia", concluyó, pero cuanto más lo miraba, más le dolía. Después de todo, Lucas fue su primer amor, su novio durante dos años.
—¡Dios mío, Lucas tiene el balón! —gritó Ashley, la pelirroja mejor amiga de Charly.
—Va por un triple. ¡Vamos, Lucas! ¡Tú puedes! ¡Vamos! —lo animó Sofía, la otra mejor amiga de Charly.
Entonces, las dos chicas hicieron una pausa, porque se dieron cuenta de que sus porras estaban afectando a Charly.
—¿No estás molesta, verdad, Charly? —preguntó Ashley.
Antes de que ella pudiera responder, Sofía gruñó, —¡Ay, no! ¡El maldito de Taylor Vega le quitó el balón a Lucas!
En los rostros de sus amigas se dibujaba la decepción. Aunque Charly estudiaba negocios y los Guerreros de Wall Street representaban su facultad, sintió un placer interno cuando Lucas perdió el balón. Para ella, era una pequeña venganza por la ruptura de la noche anterior.
—¡Te juro que odio a Taylor Vega! —gritó Ashley.
—¡Yo también! —repitió Sofía. Se veía tan frustrada; sus ojos marrones destellaban con rabia mientras pasaba sus dedos por su cabello castaño—. ¡Es tan creído!
Taylor era el rival número uno de Lucas, ya que sus equipos habían disputado el campeonato durante los últimos tres años. Charly, influenciada por Lucas, también había considerado a Taylor su enemigo, pero en ese instante, no lo odiaba en absoluto. Así que, guardó silencio mientras sus amigas criticaban a Taylor, y volvió a concentrarse en el juego. Los Guerreros de Wall Street luchaban por recuperar el control, pero los Atómicos mantenían la ventaja gracias al talento de su capitán, Taylor.
El partido terminó en un abrir y cerrar de ojos. Con la victoria de los Atómicos, los Guerreros de Wall Street ahora debían ganarle a los dos equipos restantes de la Universidad Luxford para asegurar su lugar en las finales.
—¡Dios! ¡No puedo creer que hayamos perdido contra ellos! —se quejó Ashley.
—Las cosas cambiarán, ya verás. Nuestro equipo ha estado trabajando duro. Tal vez Taylor tomó esteroides o algo así —murmuró Sofía poniendo los ojos en blanco—. Solo tuvieron suerte esta vez.
—Sí, los Guerreros de Wall Street definitivamente se recuperarán, ¡y cuando lleguen las finales, Taylor y su equipo quedarán en ridículo! —declaró Ashley.
Luego, ambas se volvieron hacia Charly y le preguntaron, —Oye, no has dicho nada. ¿Con quién estás? No dejes que lo ocurrido con Lucas te afecte. A fin de cuentas, todos somos parte de los Guerreros de Wall Street.
¿Por qué se ponían así? Todo se debía a que la Universidad Luxford le había metido mucha energía a los torneos de básquet. Cuando Charly entró a primer año, el campus entero vivía con la fiebre del básquet. Cualquier jugador, de cualquier equipo, se volvía famoso de la noche a la mañana, y claro, lo mismo pasaba con sus parejas. La guerra entre facultades era tremenda; había estudiantes que terminaban a los golpes por apoyar a sus equipos.
Entonces, al escuchar a sus mejores amigas cuestionar su lealtad, Charly respondió, —Por supuesto, estaré con los Guerreros de Wall Street hasta el final. Solo estoy... un poco triste.
—Ay —se lamentó Ashley frunciendo el ceño. Sus ojos reflejaron preocupación mientras abrazaba a Charly—. Lamento que Lucas haya terminado contigo. Ojalá pudiéramos hacer algo para que lo reconsidere.
Sofía se unió al abrazo y añadió, —No te preocupes, estamos aquí para ti y te ayudaremos a superar lo de Lucas. Después de todo, somos mejores amigas.
Aunque Charly deseaba creerles, la realidad era otra: Ashley y Sofía salían con Tomás y Arcadio, ambos jugadores de los Guerreros de Wall Street, y el equipo solía reunirse en el Café Rincón para celebrar sus victorias o consolarse tras las derrotas. Ahí se acabaría su momento de amigas, pues todos los chicos del equipo asistirían con sus novias mientras Charly, a pesar de ser mejor amiga de Ashley y Sofía, ya no formaba parte de aquel círculo.
Así que, al terminar de bajar hacia la salida, Charly dijo voluntariamente, —Me voy a casa.
—¿Estás segura? —preguntó Sofía, luciendo culpable—. ¿No quieres ir a los vestidores y ver cómo están los chicos?
Obviamente no podía hacerlo, puesto que Lucas y ella habían terminado. Así que Charly simplemente respondió, —No, mejor me quedo en casa haciendo algo.
—Entonces nos vemos. Recuerda que te queremos, Charly —exclamó Ashley, agitando su mano en señal de despedida—. ¡Pase lo que pase, somos mejores amigas y nos tienes a nosotras!
Forzando una sonrisa, Charly respondió, —Me alegra tenerlas.
***
Dos horas después, Charly yacía con melancolía en el apartamento que compartía con Sofía y Ashley. Como no era buena cocinando, se preparó un tazón de fideos instantáneos y se sentó en el sofá a ver televisión.
Charly había conocido a sus mejores amigas a través de Lucas, ya que los tres eran oriundos de la misma ciudad y compartían una historia común, mientras que ella era la única forastera en Luxford.
Como amigas, las tres eran inseparables, al punto de que los jugadores de los Guerreros de Wall Street las apodaron "Champán y Especias", por la paleta de colores que formaban sus cabellos: el rojo fuego de Ashley, el rubio dorado de Charly y el castaño claro de Sofía.
Hace dos años, las tres se mudaron a un apartamento de dos pisos fuera del campus y la convivencia había fluido a la perfección hasta ahora, cuando todo comenzaba a tomar otro rumbo.
—¿Las cosas podrán seguir siendo igual? —murmuró Charly, antes de terminar lo último de sus fideos.
Con el estómago lleno, tomó su celular. Ya no era novios, por lo que sentía que debía eliminar las fotos de Lucas, pero al mirar la pantalla, los recuerdos felices junto a él regresaron como pequeñas olas. Tenía fotos con Lucas comiendo en el campus, abrazados en el baile del año pasado, en cenas románticas, durante paseos, Lucas preparándole comida, y tantos momentos más.
Luego, vio el video de la sorpresa de cumpleaños que Lucas le había preparado. Después de llevarla a cenar, él decoró el cielo con fuegos artificiales frente a sus amigos, fue una de las cosas más dulces que había hecho por ella.
Charly recordó su primer año en la universidad. Lucas la había perseguido durante todo un año antes de que ella aceptara ser su novia. Su relación no era perfecta, pero Charly era feliz; él la hacía feliz, y estaban enamorados. Por eso mismo, no lograba entender por qué él había decidido terminar su relación tan de repente.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas, y su pecho se apretó con dolor. Se limpió la cara y se convenció a sí misma; “Quizá deba hablar con él de nuevo, todavía puedo estar a su lado como su novia mientras persigue sus sueños.
Entonces, decidió no rendirse con tanta facilidad, pues ceder ante los obstáculos no formaba parte de su naturaleza. Se puso ropa nueva y se dirigió al Café Rincón. Al entrar, los nervios se apoderaron de ella.
Localizó enseguida al equipo de básquetbol en una esquina del café. Tomó aire y reunió valor. Sin embargo, al distinguir mejor lo que ocurría, se le encogió el corazón.
Ante los ojos de Charly, Lucas besaba a otra joven mientras quienes ella creía que eran sus mejores amigas, los alentaban.
—¡Vamos, Lucas! —exclamó Ashley en un rincón.
—¡Se ven tan bien juntos! —los elogió Sofía mientras levantaba una botella de cerveza—. ¡Vamos, Regina. Haz feliz a nuestro capitán!
—Cariño, ojalá te sientes mejor con eso. —dijo la chica que besó a Lucas, después de apartarse.
Lucas le dio otro beso a la chica llamada Regina, antes de responder con cariño, —Gracias, mi amor. Ya me siento mucho mejor.
Charly intentó controlar su enojo, pero el dolor en su pecho era demasiado intenso y, sin poder contenerse más, exclamó, —¿Qué demonios está pasando? ¡¿Cómo pudiste hacerme esto, Lucas?!