Caleb BLackburn es un joven multimillonario y Ceo de la empresa familiar completamente egoista y ruin. Leia Loughty es una chica timida, inocente y que sueña siempre en color rosa. Una venganza que el joven egoista a planeado contra el prometido de la chica dulce y timida que pondra el mundo de ambos completamente de cabeza, una relación toxica llena de fuego, pasión y deseo, miles de mentiras que complicaran sus destinos. El amor nunca es color de rosa Mentiroso Millonario de J. I. López
Ler mais—Necesito ese dinero… — mencionó Caleb Blackburn fríamente observando desde su balcón el atardecer de la ciudad
— Y será mejor que lo arregles Sorin — ordenó el rubio sujetando sin mucha presión el móvil en su mano.
—Sabes bien que no se puede, desde que cometiste esa estupidez en la universidad tu mesada se redujo al mínimo… — escuchó el joven esa respuesta del otro lado de la línea.
—Esa solo es una excusa… siempre se puede y lo sabes — insistió el rubio mientras el viento fresco ondeaba su ámbar cabellera.
—El imbécil del abuelo jamás aceptara… aunque… — dijo Sorin al otro lado de la línea haciendo sonreír al rubio que seguía contemplado la ciudad desde su alto departamento
— Hay otras formas… pero, no son tan correctas — finalizó su tío muy seguro de que ambos obtendrían un beneficio.
—Hazlo— dijo Caleb sin pensar o meditarlo, después de todo, él tenía la facultad para ordenar eso… se trataba de la empresa de su padre, y con él muerto; era prácticamente el dueño… y lo sería por completo cuando se graduase.
—¿Seguro?, ¿Si sabes que para que tú ganes, alguien definitivamente tiene que perder, Caleb? - habló la ronca voz del sujeto al otro lado del móvil.
— Mph… negocios son negocios… así es esto — aseguró el rubio y cortó la llamada.
En ese momento, sin embargo, no imaginó siquiera a quién dañaría y cuánto lo lamentaría.
—¿Quieres dejar ese celular y hacerme caso por un instante? — escuchó una melosa y aburrida voz femenina a su espalda.
—¿Sigues aquí? — preguntó Caleb sin interés y sin voltear a ver a la mujer que yacía en su cama.
—¿Esperabas que me fuera? — cuestionó la chica con reproche mientras lo abrazaba por la espalda, cubriéndolos a ambos con la delgada sábana que era la única cosa que ocultaba su desnudez.
—Siempre es así… no sé qué te hizo pensar que hoy sería diferente — dijo y quiso girarse para levantarse e ingresar a la sala del departamento, pero ella mantuvo su abrazo y acariciaba su torso desnudo.
—Pensé que ahora que ya no estabas con ella, lo nuestro… podría… — la mujer titubeó y aun así, intentó meter su mano bajo el ajustado bóxer negro que únicamente vestía el joven.
—Déjate de estupideces — mencionó fríamente el rubio y se la quitó de encima
— Solo es sexo, siempre ha sido así y siempre lo será así — finalizó Caleb saliendo de la cama para caminar a la sala.
—¡Caleb! - le gritó indignada aquella mujer que comenzó a sollozar.
— Siempre te he esperado… aun cuando estabas con ella, tú y yo nunca dejamos de… ¿Qué tiene de malo si ahora quiero ser tu novia? - cuestionó la mujer mientras ingresaba a la sala tras de él.
—Mph… ¿novia? — cuestionó el rubio irónicamente con una sonrisa de lado.
— Yo no tengo novias… eso sería perder mi tiempo y sabes lo mucho que odio perder el maldito tiempo — aseguró Caleb aventándole la blusa que anteriormente le había quitado para que se vistiera y se largara.
—Ahora vete que tengo cosas que hacer… — dijo y tras acercarse al escritorio en esa habitación, encendió su portátil.
La chica tomó la blusa que le había arrojado y lo vio darle la espalda… dejó caer sus hombros con desgano y prosiguió a buscar el resto de su ropa.
— Supongo que algún día llegará una chica que te rechace como tú lo haces conmigo…y ojalá que así sea, eres un maldito y no mereces menos que desprecios — habló sin verlo aquella mujer de cabellos lacios y negros, Darlene Antone reconocía una vez más que ese sujeto le gustaba, aunque siempre la trataba del mismo modo.
—¡Por favor Darlene! — se burló con crueldad aquel rubio.
— Eso nunca ha pasado, ni pasará…no soy un imbécil que se enamora, el amor es para gente débil y patética, no necesito de algo tan estúpido como eso, así que ahorrate tus sermones de mujer dolida y lárgate de una buena vez, si quiero cogerte te llamaré — agregó seguro de sí mismo Caleb mientras tecleaba en el portátil quien todavía permanecía de pie y sin voltear a verla.
—Pues te recuerdo que una te acaba de botar…ni más ni menos, y por alguien mucho mejor que tú — dijo cínicamente la delgada y pelinegra mujer.
—Ella no me ha botado…— dijo el rubio con un deje de resentimiento.
— Simplemente solo buscó un imbécil que le cumpla sus caprichos, ya verás como vuelve a mi, ya lo verás — dijo Caleb aún sin mirar a aquella mujer que le miro con burla.
—Eso no pasará conmigo… sabes que siempre estaré para ti — respondió Darlene con voz sensual
Él la vio de reojo.
— Te estabas yendo ¿no? — cuestiono el con enojo y hartazgo.
—Como sea… - dijo Darlene y salió de ahí…pensando "mañana será otro día…"
A la mañana siguiente…
— No puedo creer que estemos aquí… — mencionó emocionada una delgada y joven mujer de cabellos rubios cobrizos.
Estaban paradas por primera vez, de forma oficial, en las instalaciones del campus universitario.
—Pues créelo…estamos aquí, después de tanto maldito desvelo para ese examen — dijo la castaña que la acompañaba bajando del auto. — Es que esto no se tan genial que en serio no puedo creerlo, es simplemente fascinante — dijo la hermosa cobriza con evidente emoción.
— Lo que yo no puedo creer es que de verdad hayamos venido en esta carcacha — volvió a hablar la castaña viendo el pequeño carro blanco propiedad de su amiga.
—¡Oye! puede que sea viejo, pero es mío… — aseguró la cobriza viendo el pequeño Volkswagen escarabajo del 85.
— Además, nunca nos ha dejado botadas, lo mantengo en muy buen estado aún siendo un viejo auto — remato con orgullo la joven mujer.
—Claro, porque inviertes una fortuna en esa cosa… con lo que has gastado ya hubieras enganchado algo mejor…más moderno y menos ruidoso - dijo con fingido desprecio la castaña, mientras avanzaban por el estacionamiento.
—¡Kristel! ...— regañó la cobriza aunque reconocía que podría ser cierto.
— Sabes bien que mi mamá se opuso a que tuviera un mejor auto, según ella tengo que aprender a ganarme las cosas…y sinceramente creo que tiene razón — dijo la joven mujer con seriedad.
—Bien… se me olvidaba lo especial que es tu mamá…te daré el punto por esta vez — dijo Kristel sin dejar de avanzar hacia los edificios.
Leia Loughty suspiró cansadamente.
— En eso tienes razón…mi madre es simple única — dijo más para ella misma Leia.
Su padre pudo haberle comprado un auto mejor, eso era obvio, pero su madre se opuso rotundamente, ella se esforzaba por "mantenerle los pies en la tierra" aun cuando su familia era muy prestigiosa y adinerada.
—Entonces vayamos por nuestros horarios y después a por las llaves de la habitación que compartiremos…será toda una experiencia dormir juntas — habló tras un tiempo la castaña Kristel Brown, a una distraída cobriza que veía con asombro y boquiabierta la grandeza del lugar y los diferentes edificios distribuidos delante de ellas.
—¡¿Qué?! ¿Pero que rayos haces allí? — preguntó sorprendida al verla parada.
— Leia ¿quieres cerrar la boca?, La gente nos está viendo raro… — mencionó ahora apenada Kristel, pues su amiga parecía maravillada con todo aquello, y los alumnos que como ellas, también llegaban, le prestaban demasiada atención.
—Es que no puedo creerlo, de verdad estamos aquí… somos oficialmente alumnas en Newton… - dijo con una sonrisa casi demasiado dulce Leia.
El par de chicas continuaron avanzando entre autos y el diverso alumnado, por supuesto, era todo un logro estar en ese sitio, ambas habían logrado la primera meta y era francamente emocionante.
— Pues nos esforzamos por ello… - dijo sonriente Kristel, todavía recordaba las largas noches de estudio para aprobar el examen de ingreso.
—Tienes razón…fueron noches demasiado largas, pero estamos aquí, finalmente - secundó alegremente la cobriza.
— ¡Ya no somos unas tontas niñas preparatorianas! — dijo con demasiada voz Leia.
—¡Claro que no! — respondió Kristel arrebatando el bolso de su mejor amiga.
— ¡Ahora, alcánzame si puedes! - retó infantilmente la castaña contrario a su afirmación.
—¡Oye! ¡Kristel! - gritó Leia, ahora su mejor amiga era la culpable de que todos las estuviesen viendo.
Inevitablemente corrió tras ella.
Tras un pequeño transcurso de tiempo logró visualizarla corriendo metros adelante… evadiendo a varios nuevos compañeros del lugar, logro casi alcanzarla, pero tras trastabillar su equilibrio este no fue el mejor, y terminó estrellándose contra un alto chico que recién bajaba de su auto, por supuesto, ambos cayeron al suelo.
—¡Auch! — se quejó aquel joven sobando su rodilla mientras se sentaba, mirando a la estúpida que había tropezado con el, observo que ella usaba un vestido azul y un ligero saco azul marino
— ¡Ah! ... ¡lo siento! — dijo ella avergonzada y sin atreverse a ver al chico sobre el cual estaba sentada ahora.
—Deberías fijarte por dónde caminas…¿Que eres, una m*****a niña? - regañó el rubio molesto por el ridículo que aquella chica lo había hecho pasar.
— Oh mejor dicho, por dónde corres — varias personas se han detenido a ver el incidente.
Leia alzó sus ojos al rubio que también se había sentado y en el cual cabe decir, seguía montada.
— Te pedí ... disculpas — dijo ella nerviosa.
— Quítate — ordenó aquel rubio todavía molesto.
—¿Eh? — Leia no pareció entender al instante, pero luego de mirarse en la comprometida posición en la que estaba, enrojeció severamente.
—¡Oh! s-si… — mencionó ella con voz trémula y en un instante se levantó.
Él hizo lo mismo y levantó tanto su celular, como la pequeña maleta deportiva que traía, volteó a verla fríamente y de reojo.
— Novatos…siempre causando problemas — dijo con desprecio aquel rubio.
— Con ese comportamiento, mejor regresa a la escuela de la que saliste niñita — dijo con desdén aquel rubio.
—¡Ah! ¿Que cosa has dicho? — Leia abrió la boca indignada, si de algo estaba orgullosa era de estar ahí, de ser una alumna más de Newton, ¿Qué se creía éste?
— ¿De que hablas? ¿No te das cuenta que tú también tuviste la culpa? — dijo Leia con indignación.
—¿Yo? — cuestionó el rubio indignado.
—C-claro… estabas distraído con el celular… — se justificó la cobriza.
El rubio se le acercó unos pasos hasta quedar de frente y se agachó a su altura, aquella chica era demasiado bonita, pero también muy bajita, era más tierna que cualquier otra cosa, parecía una muñeca.
— Yo no venía corriendo… — le recordó el y la recorrió de un vistazo sin recato alguno.
— Puberta —
Levantándose, Leia caminó hacia la playa en donde Caleb y su hijo jugaban alegremente. Lucia muy embarazada, estaban esperando a su segundo hijo…a su segundo ángel, y ella simplemente era feliz, tan radiante y tan bella como nunca antes se sintió, hoy en sus días todo era felicidad, y todo aquel dolor que habían atravesado, se había compensado maravillosamente.—Caleb… yo… yo… acepto esa…oferta…— se obligó a hablar antes de que se fuera.—Olvídalo, ya no me interesa — dijo el y pretendió seguir avanzando, varias personas los rodeaban, pero ninguna les prestaba verdadera atención.—¡Espera! … haré lo que me pides – dijo Leia y lo detuvo… él tenía razón, si no tomaba esa decisión en ese momento, sería capaz de quedarse mirando mientras la persona que amaba se enamoraba perdidamente de otra.Él sonrió arrogantemente sin que ella lo viera… era tan predecible, ese era el momento de presionar.—¿En serio? … pues, las cosas han cambiado – dijo Caleb con arrogancia y volteó a verla.—¿De qué
Meses después…Las olas del mar con aquella inconfundible melodía, relajaban sus profundos pensamientos mientras los recuerdos llegaban hasta ella.Tu vida la marcan tus deseos…Creció escuchando a su madre y a la hermosa señora Beatrice Miller decir que ella y James harían una pareja perfecta, ellos, siendo sus familias tan cercanas, se conocían desde niños, prácticamente crecieron juntos, pues ambos jefes de familia siempre tuvieron negocios en común, Leia era dos años menor al apuesto rubio, siempre lo admiró y desde pequeña se arraigó en ella la idea que ellos dos se casarían, más aún cuando siendo ambos adolescentes, él le dijera que también le gustaría casarse con ella, aquello era como un sueño, había crecido al lado de su príncipe y Leia lo amó desde aquel momento.Casarse con James...ese era su mayor deseo, ser la esposa del chico al que había amado desde siempre.Tu vida, la marcan las personas que te rodean…La mayor parte de su vida escolar Leia la pasó en internados para
—Debemos ponernos de acuerdo sobre la casa. Pero deberíamos empeñarnos mucho más en lo segundo— me besó.Le acaricié un pezón y éste endureció.—Ni siquiera necesitas decirlo —ella se rio cuando le acaricié las nalgas sobre su pareo blanco, color similar al de su traje de baño.Comencé a besarla y a acariciarle el culo. Leia gimió y besé su cuello.Escuchamos un carraspeo.Maldije internamente.—Odio ser inoportuno, pero es el único descenso— James se rascó la nuca.Mi molestia disminuyó al percatarme que sostenía de la mano a una joven rubia. La chica nos sonrió y James se dispuso a presentárnosla. Se llamaba Aiko, era arquitecta. La conoció en el trabajo.Leia se entretuvo con mi madre y su padre quienes preparaban la comida. Kristel y Elric bailaban una melodía romántica apenas audible procedente de una fiesta cercana, como el par de prometidos melosos que eran. Hillary se divertía contando anécdotas universitarias a James y su novia, mientras Draken cargaba a su hijo que se había
—¿Qué deseas que escriba? —acomodé la hoja y mano sobre ésta.El se acercó a observar sobre mi brazo.—Escribe: Queridos Dioses, por favor, que Marina se enamore de mí.La sangre completa se me detuvo. ¡¿Qué?!¡Ah, no, no tan rápido por favor! Suplique a mis adentros.—¿Estás enamorado de Marina? —me tomé unos segundos para preguntar intentando no reir.Asintió con un sonrojo y yo apreté el puente de mi nariz. Cerré los ojos.—¿Sabes que aun eres muy pequeño y ella tambien verdad?—Mamá dice que en el amor no hay edad – dijo aquello con suspicacia.Enmudecí. Mataría a Leia —Estoy seguro que no se refería a ti y a Marina —sonreí.—Eso lo sé. Pero…—Edrick…esta bien, lo escribiré por ti – acepte aquello.—Por favor, escríbelo por mí antes de que alguien venga— me rogó cuando la senté en mis piernas. Sus ojos mostraban real preocupación y el corazón se me apretó.Suspiré.—Bien.—No se te olvide ser claro en la palabra enamore— pidió.Me tomé unos segundos antes de comenzar a escribir:«
Unos momentos después, todos estaban acomodados en las sillas que habían sido colocadas en nuestra playa privada, muchos rostros conocidos, algunos que hacían falta, la memoria de Emireth me llego con aquella última carta que ella dejo para mi y para Leia, la misma que Darlene recién me había entregado, por supuesto, no pudo hacerlo antes debido a que tanto Leia como yo, habíamos desaparecido, aquella carta en donde ella me pedía buscar a Leia y me deseaba ser feliz con ella…la que escribió para los dos antes de morir al día siguiente. Todos se callaron, entonces, la vi, ataviada en un hermoso vestido de princesa, tan blando y brillante ante la luz del sol que en un rato más comenzaría a ocultarse, estaba Leia, mi niño hermosa, caminando hacia mi del brazo de su padre y con Edrick dejando pétalos de rosas por donde ella iba pasando en esta boda que ella se mereció siempre, a la vista de todos, sin secretos, con todos aquellos a los que amaba y la amaban, celebrando con ella esto…aque
—Quería que me vieras tan jodido como se pudiera, esperaba que aun así te quedaras— sí, sonaba estúpido— Solo así iba a estar completamente seguro de que no importaba lo que pasara después, si podías aceptarme así, entonces no habría forma en que yo pudiera arruinarlo –—¿De verdad? — me vio a los ojos.Asentí despacio. No había ocurrido nada con Emireth ni con ninguna otra mientras Leia y yo estábamos acostándonos. Incluso antes de eso.—Pero, sí nos tuviste a ambas bajo el mismo techo –Reí cuando se dejó caer sobre la almohada a mi lado. Sonaba a niño decepcionada.—Bueno, eso fue tu culpa. No fui yo el que la invitó. Yo solo necesitaba hacértelo, que ella haya estado aquí contig
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