—¿Qué mierda significa esto, Valentino? —gritó Fiorella mientras lo veía arrojar su laptop y sus carpetas dentro de un bolso—.
—Marie, por favor, llama a los que tenían que llegar a la junta y cancélala. Tengo algo de último momento —dijo por el intercomunicador—.
Luego tomó su saco para ponérselo sin siquiera darse cuenta de los cuchillos de furia que la mujer le clavaba.
—¡Contéstame, carajo! ¡Valentino, no me ignores! ¿Qué es eso de que has enviado a tus hombres a seguir a esa mujer? ¿Y vas a dejar tu trabajo para ir a buscar a una puta?
—Fiorella, cállate.
—¿En serio vas a irte así sin más? ¿Y yo?
—Estás agotando mi paciencia —dijo secamente.
—¿Por qué te importa lo que haga esa zorra? ¡Es nadie! ¡Ella es nadie! Solo haces que tu familia se avergüence. Ya es demasiado con que hayan pasado esos videos de ayer en la tele.
—¿Qué videos? —preguntó, deteniéndose unos segundos y frunciendo el entrecejo.
—¡No puedo creer que seas tan idiota como para no saber que te filmaron golpeando a