L. B (50 B)
Al llegar, bajaron del coche y la joven vio el enorme edificio donde se encontraban. Se preocupó enormemente. Conocía aquel hospital: era uno de los más reconocidos por su eficiencia, prestigio y múltiples premiaciones en todo el estado.
—No puedo pagar su ingreso —comunicó con voz temblorosa.
—No te preocupes por eso ahora. Me conocen, vamos —la instó, llevando al pequeño en brazos con pasos rápidos que dejaron atrás a los demás.
Allí llamó a uno de los médicos, quien los recibió de inmediato. Pusieron a Killian en una camilla y se lo llevaron, colocándole una mascarilla para que recibiera oxígeno. Kelly corrió detrás de ellos con la mente enfocada únicamente en su hermano, que respiraba con dificultad, emitiendo sonidos sibilantes. Empezaba a recuperar la conciencia, mas su respiración seguía siendo escasa y se volvía a llevar la mano al pecho con muecas de dolor.
—¿Va a estar bien? —preguntó Kelly, al doctor, que revisaba los signos vitales del niño, palpaba su pecho y colocaba el