59/ De salvador a verdugo.
Apenas entraron hacia la sala, cuando Jeremías se acercó a ella y con voz neutra y firme, habló.
—Puedes subir a la habitación de arriba —le dijo—. Descansa. Yo tengo algunas cosas que resolver.
Macarena negó con la cabeza mientras se dejaba caer en el sofá de dos puestos.
—No, está bien aquí. Me quedaré aquí… un rato.
Él frunció el entrecejo y su mandíbula se tensó.
—No seas terca. Necesitas descansar —dijo finalmente—. Por favor, sube. Necesitas descansar y yo debo ocuparme de un par de asuntos. —ordenó.
Cuando ella quiso replicar, él se dio la media vuelta y se internó por el pasillo que conducía a la antigua biblioteca.
Macarena quedó sorprendida con su actitud fría. A pesar de que había ido por ella, se mostraba distante y diferente. Se levantó del sofá y antes de ir hasta la habitación observó la foto en la repisa. Suspiró profundamente y subió las escaleras.
Fue hasta la habitación, abrió la puerta y se detuvo en el umbral. Desde allí, observó la recámara. Aquella habitac