Lucas estaba a punto de salir de la oficina cuando recibió la llamada del modista.

—Amore, no sé que ha pasado pero tu querida “dale a tu cuerpo alegría Macarena” no ha venido por su traje de novia. ¿Acaso suspendieron la boda y no me habéis contado?

—¿Qué dices? —preguntó con asombro, verificando la fecha en que se supone iba a casarse con ella.

—Lo que oyes, amore. No vino.

Tras su respuesta, Lucas cortó la llamada y comenzó a llamar a Macarena. El teléfono sonó repetidas veces sin que ella atendiera su llamada.

—¡Joder! ¿Dónde mierda te has metido Macarena? —dejó aquel breve pero contundente mensaje— llámame en lo que escuches la maldita nota.

Lucas aflojó el nudo de su corbata y se levantó del asiento, estaba comenzando a sospechar de que algo estaba sucediendo. Macarena, nunca dejaba de contestarle una llamada, mucho menos ir de viaje de forma inesperada. ¿Estaba perdiendo el control sobre ella?

Para un hombre machista y narcisista como Lucas, perder el control sobre quienes su