Aquel encuentro estuvo cargado de emociones inesperadas y sentimientos nuevos. Macarena se sentía aún volando en una nube. Se refugió entre los brazos de Jeremías, podía escuchar los latidos de su corazón acelerado. Con la yema de los dedos acarició el pecho sudoroso del pelioscuro.
Jeremías respiraba aún agitado, en silencio, pensativo. Y aquella actitud rápidamente sembró dudas en Macarena.
—¿Sucede algo? —preguntó ella.
Él negó lentamente con su cabeza y dejó escapar un suspiro.
—Estás muy callado.
—Sólo estaba pensando en lo que va a pasar mañana cuando llegues conmigo a la boda de Lucas Fontanelli.
—No sé si quiera ir —dijo ella, incorporándose ligeramente y sentándose en la cama, mientras se cubría el torso con la sábana de seda.
Jeremías se incorporó de prisa y tomándola del mentón la hizo girar el rostro hacia él.
—No puedes echarte para atrás y justo un día antes de la boda, Macarena. —espetó.— Lucas no puede salirse siempre con la suya.
Ella se levantó de la cama y lo con