Macarena subió hasta su apartamento. No podía evitar sentirse abrumada con la visita de Lucas. Aunque él no logró verla y aunque ella no llegó a hablar con él, su presencia hizo que sus sentimientos hacia su ex prometido, se activaran de inmediato.
Abrió la puerta del apartamento, se dirigió directamente al estante de la cocina. Sacó y destapó una botella de vino, luego se sirvió una copa de la bebida y la tomó de un solo sorbo, sedienta, buscando ahogar lo que sentía dentro.
—¿A qué viniste, Lucas? ¿Para qué viniste si en realidad no tenías ningún deseo de entrar a verme? —Se preguntó a sí misma, mientras se servía la segunda copa.
Llena de frustración se sentó en la silla, apoyó los codos en la mesa y hundió su rostro entre sus manos temblorosas. Aquello bastó para que volviera a quebrarse, para que sus lágrimas se desbordaran sobre sus mejillas. Lo amaba a pesar del engaño y de su plan de venganza, seguía enamorada de aquel traidor.
Bebió la segunda copa y luego una tercera y cu