Capítulo 99

Charles Schmidt

Miraba a todos lados, inquieto, con las manos apretadas en los bolsillos. El pasillo del hospital parecía interminable; los segundos eran cuchillos clavándose en mi piel. No podía con la espera. Sentía un sudor frío en la frente, como si la incertidumbre estuviera consumiéndome.

De pronto, la puerta de la sala se abrió y el médico salió. Mi corazón dio un salto.

—Doctor… —me apresuré a acercarme, casi sin respirar. Mi padre caminó a mi lado con el rostro serio. Me armé de valor y pregunté:

—¿Cómo está mi hija?

El médico me miró con calma, sus ojos serenos contrastaban con el caos que me devoraba por dentro.

—Ya está mejor —respondió—. La fiebre fue muy alta, pero logramos estabilizarla. Gracias a Dios, ahora está fuera de peligro.

Cerré los ojos y dejé escapar un suspiro tan profundo que mis hombros se desplomaron. Sentí que el aire volvía a mis pulmones.

En ese instante, escuché la voz de Rebeca. Giré y la vi llegar acompañada de Viktor. Su rostro reflejaba desesperac
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