Charles Schmidt
Me quedé mirando cómo Rebeca se alejaba junto a Viktor. Sus pasos eran firmes, pero yo conocía muy bien ese temblor escondido en su espalda cuando intentaba aparentar entereza. Ese hombre caminaba a su lado con seguridad, casi como si tuviera el derecho de sostenerla… ese derecho que alguna vez fue mío y que por mi estupidez dejé escapar.
Un suspiro pesado se me escapó del pecho. Bajé la vista y vi a mi chofer parado a unos metros, sosteniendo mi chaqueta. Caminé hacia él con gesto áspero, se la arrebaté sin decir una palabra y me la colgué al hombro. No soportaba que nadie me mirara con lástima.
Avancé por el pasillo del hospital, y en mi andar pasé frente a la cafetería. Fue inevitable detener mi mirada. Allí estaba ella: Rebeca. Sentada frente a Viktor, con una taza de café entre las manos. Él la miraba como si fuera lo más valioso de este mundo, y ella… aunque sus ojos estaban turbios por la tristeza, se dejaba sostener por su compañía. Sentí una punzada en el pech