"Me casé con el comandante" cuenta la historia de Aria, una joven loba de la manada Luna Menguante, cuya vida da un giro inesperado al verse forzada a llevar a cabo una misión diplomática que nadie quiere: debe convencer a la temida manada Sombra Nocturna de renovar un antiguo tratado. Sin mucha fe en sus habilidades ni respaldo de su familia, Aria se embarca en esta peligrosa tarea, pensando que la han mandado a un sacrificio disfrazado de misión. Sin embargo, en medio de intrigas y desafíos, termina casada con el imponente comandante de Sombra Nocturna, un guerrero tan serio como feroz. Su llegada a la nueva manada marca el inicio de una serie de aventuras, peligros y desafíos que la harán cuestionarse sus propias fortalezas y su lugar en el mundo.
Leer másSEIKA pesar de todo lo que ha ocurrido en estos últimos días, la información que nos ha dado la loba solitaria ha sido crucial. Ahora entendemos mejor a quién nos enfrentamos… porque no es un enemigo fácil de eliminar. Cornelio no solo es poderoso, también cuenta con el apoyo de vampiros, y para colmo, con un ejército de Rogues que parecen obedecerle sin cuestionarlo. Ambos grupos son letales. No sabemos cuántos son ni si hay más aliados ocultos… y eso es lo más inquietante.Si logramos matar al vampiro, no solo acabaremos con la amenaza que nos ha estado acechando… también liberaremos a Melia de su condición y podrá volver a ser la misma de antes.'Mi pequeña ha sufrido mucho.'Esta noche, Melia quiere cenar con toda la familia. Estaba muy preocupado por ella, después de todo lo que ha pasado… pero creo que esta es su manera de honrar la memoria de mi padre. A él le encantaban estas reuniones. Siempre era difícil que todos coincidiéramos en la mesa, pero nos esforzábamos mucho por
ARIAMi cuerpo no responde como debería y es por eso por lo que el entrenamiento de esta mañana está siendo durísimo. Estoy tan cansada que podría desmayarme. Lo único que me mantiene en pie son los recuerdos de un Seik vulnerable. Me mostró sus emociones, confió en mí…y eso me hace sentirme especial.Me siento parte de algo.Jamás me había sentido así…Cuando acabamos el entrenamiento, Roberto me llamó con una expresión que no auguraba nada bueno. Me dijo que la loba solitaria solo aceptaría discutir los términos del trato si era yo quien hablaba con ella.Al principio, lo que sentí fue sorpresa. No me esperaba que Gema quisiera hablar conmigo, mucho menos discutir el trato a solas. Pero luego, la sorpresa dio paso a los nervios... No quiero decepcionarlos. No sé si soy capaz de manejar esto. Gema sabe lo que hace. Es astuta, manipuladora... Y yo, sinceramente, no sé si estoy preparada para jugar en su mismo nivel. Obtener información de ella va a ser dificil...o eso creía.Me pr
SEIKTenemos un enemigo muy fuerte, uno que ha jugado sus cartas con inteligencia y con mucha anticipación... y nosotros ni siquiera lo sabíamos. Qué estúpidos hemos sido.Y luego está el trato con Gema. No quiero concederle el indulto... pero necesitamos esa información.Si logramos descubrir la raíz del problema que afecta a mi hermana, podríamos enfrentarlo e intentar solucionarlo. Y si Gema nos revela más información, podríamos tener una oportunidad real de acabar con el vampiro y sus aliados.Todos estos pensamientos se me arremolinaban en la cabeza hasta que me encuentré con Roberto en el pasillo.Quería negarme a lo que me decía mi Beta sobre el descanso. No podía permitirme ningún momento de flaqueza; soy el futuro Alfa de una manada que se está desmoronando...Pero entonces ví el rostro de Aria, sonrojado, con esos ojos brillantes, y mi determinación se tambaleó.Ella me llevó hasta mi habitación, y yo simplemente la seguí.El agua caliente resbalaba por mi cuerpo, relajando
ARIACuando por fin divisamos la frontera de la manada, ya era de noche.Los centinelas nos olieron antes de vernos, y, en cuanto nos vieron, empezaron a aullar para alertar a todas las patrullas cercanas y ayudar con los heridos. Vi cómo uno de ellos salía corriendo hacía la garita para llamar a la mansión, pronto avisarían a Roberto.La explanada frente a la mansión del Alfa se llenó de hombres y mujeres lobo que nos esperaban con expresiones de desconcierto y mucha incertidumbre.El aviso nocturno no era señal de buenas noticias.Me transformé de nuevo en humana, aún jadeante, y me cubrí rápidamente con la ropa que alguien me tendió. A mi lado, Seik también recuperó su forma, su expresión era tan dura e impenetrable como siempre, la del guerrero más fuerte.Veía el nudo que le tensaba la mandíbula. Sus manos, normalmente firmes, temblaban ligeramente al cerrar los puños.Su padre había muerto. Y aunque su rostro era una piedra, dentro de él había una tormenta rugiendo. Una tormenta
MELIA Estoy en su merced, y él lo sabe. Claro que lo sabe… Mi cuerpo dejó de pertenecerme en el momento que dijo que si lo acepto, me reclamaría ante la manada. Y eso, en el mundo en el que vivimos no es cualquier cosa, podría significar la muerte. Todas las barreras que había levantado contra él se desmoronaron, y entendí que no puedo soportar ni un minuto más lejos de él. Estoy completamente enamorada de él, hasta los huesos. Siempre lo he estado. A veces lograba disimularlo mejor que otras, pero en el fondo, era imposible ocultarlo del todo. Él nunca me ha tocado ni me ha dicho abiertamente que sentía algo por mí... pero ambos lo sabíamos. Nunca le he confesado nada, por culpa de mi condición: las pesadillas, las alucinaciones, los ataques de pánico... No quería cargarlo con la responsabilidad de alguien roto como yo… Pero esta noche soy suya. Me toma en brazos para llevarme a la cama, y por un instante siento que estoy en el cielo… —Princesita…eres muy pequeña, puedo hacer
ROBERTONo sé si estoy en el cielo o en el infierno.—Vete—le digo con un tono autoritario—. Vete ahora mismo o no respondo…Ella me observa fijamente, sus ojos clavados en los míos. Después de unos segundos, su mirada baja lentamente hacia mi entrepierna. Una leve mueca de satisfacción cruza su rostro, y, sin decir una palabra, levanta la mirada para encontrarse con la mía nuevamente.—No voy a irme… de hecho —sus ojos bajan de nuevo hacia mi entrepierna—, tu cuerpo tampoco quiere que me vaya, ¿verdad?Un impulso me lleva a acercarme a ella, con la intención de alejarla, de poner distancia entre los dos. Pero, antes de que pueda reaccionar, me agarra por el cuello de la camisa y me atrae hacia abajo, hacia ella.Su respiración es pesada, y en un instante, sus labios se encuentran con los míos. Al principio no lo esperaba, pero mi cuerpo reacciona por sí solo, siguiendo el ritmo de su beso. Nuestros labios se acarian con anhelo y nuestras lenguas se abrazan con desperación.Ella se s
ROBERTO—Un indulto. —¿Crees que vamos a permitir que te vayas al bando contrario y nos hagas la vida más difícil? —dije, enarcando una ceja con evidente desdén. —Estoy segura de que esta información es muy valiosa para el alfa… —respondió ella, enroscando un mechón de su pelo entre los dedos con aire confiado. —Digamos que te concedemos el indulto… pero sólo cuando la amenaza que nos acecha se disipe. Entonces, tendrás que marcharte. Exiliada. Sin vuelta atrás… ¿lo aceptarías? —Sí, ¿no lo ves? Estoy haciendo una apuesta. Si esa amenaza llega… moriremos todos. Yo incluida. Pero si lograis vencerla… entonces yo obtendré mi libertad.Roberto entrecerró los ojos, en silencio por un par de segundos antes de hablar con voz grave: —Eso lo tiene que decidir el alfa. Pronto recibirás una respuesta…***Mientras me dirigía a mi dormitorio, los ecos de la conversación con Gema no dejaban de resonar en mi cabeza. Aunque esa mujer jugaba con cada palabra, burlona y calculadora, la información
ROBERTOToqué dos veces la puerta antes de abrir con cuidado. La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la luz de una pequeña lámpara de la mesilla.—¿Melia? —llamé en voz baja.Ella estaba en la cama, recostada de lado, con la manta subida hasta la barbilla. Al oír mi voz, se giró lentamente, frunciendo el ceño.—¿Qué haces aquí? —susurró, con una mezcla de enfado y sorpresa.—Me dijeron que no te sentías bien —respondí, cerrando la puerta tras de mí. Caminé hasta el borde de la cama y me senté con cuidado, sin tocarla—. Solo quería ver cómo estabas.—No necesito una niñera —refunfuñó, pero no hizo el menor intento por echarme. Sus ojos estaban cansados aunque intentaba disimularlo.Así actuaba cuando quería hacerse la fuerte…No dije nada. A veces el silencio es más útil que cualquier palabra torpe.Pasaron unos segundos antes de que suspirara hondo.—Es raro que no digas nada —comentó, ladeando un poco la cabeza para mirarme—. Siempre tienes alguna broma pesada o comen
ROBERTO Estaba revisando los últimos reportes en el despacho cuando golpearon la puerta con urgencia. —¿Qué pasa? —pregunté sin levantar la vista. Un soldado entró, agitado. —La loba solitaria…Está intentando huir. Acaba de cruzar el sector oeste. Chasqueé la lengua. Me puse de pie de inmediato. —Preparen a los hombres. Vamos por ella. Que flanqueen por ambos lados. No puede salir del territorio. Salí del despacho y me transformé en cuanto crucé la puerta principal de la mansión. El lobo dentro de mí rugía, listo para la persecución. Mis patas golpearon la tierra con fuerza, atravesando el bosque con una sola idea en mente: no se escapa. La localizamos rápido. Corría con desesperación, su forma de loba plateada resplandecía bajo la luz de la luna. No paraba de mirar atrás, sin saber que ya la teníamos rodeada. Di la orden con un simple aullido. Mis hombres se movieron como una extensión de mi voluntad. Uno salió por la izquierda, otro por la derecha. Yo la enfrenté de fre