ARIA
Me desperté sobresaltada, aún con el eco de la batalla retumbando en mi mente. Jadeo, confundida, y parpadeo un par de veces hasta que reconozco la habitación.
—¡Mamá!
La voz de Marcus me toma por sorpresa, pero es su rostro —arrugado por la angustia, con los ojos enrojecidos— lo que me parte el alma. Aun así, logro esbozar una leve sonrisa cuando su manita temblorosa se posa sobre mi mejilla con un cuidado extremo, como si temiera romperme. Le tomo la mano con suavidad y le doy un pequeño beso que hace que mi pequeño se sonroje.
—¡Voy a avisar a papá! ¡Estaba muy preocupado! —exclama Marcus, con la voz encendida por la emoción.
Sale disparado como un cohete por la puerta con una sonrisa que parecía iluminar el pasillo.
—Cariño, lo hiciste muy bien. Estoy orgullosa de ti —susurra mi madre, acariciando mi cabello con ternura.
Miro a mi alrededor y noto que mi madre no está sola; la acompañan varias hembras veteranas. Seguramente estaban allí para vigilarme, para asegurarse de que