ARIA
—¡¿Desde cuándo estás despierto?! —exclama Melia, entre la sorpresa y el alivio.
Se apresura a acercarse al borde de la cama y se sienta junto a él.
—Lo suficiente como para escucharte darme por muerto… —bromea Roberto, llevándose una mano al pecho con dramatismo—. ¿De verdad estás embarazada? Dime.
—Sí… —susurra Melia, bajando la mirada, avergonzada por la pregunta.
—¿Estabas llorando? No creerás que iba a dejarte sola, después de todo lo que me costó que fueras mi pareja…
—Roberto… —le da un golpecito en el hombro, entre reproche y ternura.
Él exagera una mueca de dolor y se queja con una sonrisa:
—Deberías estar cuidándome, no maltratándome…
—No puedo creer que estés bromeando en este momento… —murmura Melia, bajando la cabeza para ocultar las lágrimas que empiezan a acumularse en sus ojos.
—Princesita… —susurra Roberto, llevando una mano al mentón de ella y levantándolo con delicadeza. La mira a los ojos con una sonrisa suave, conciliadora.
Melia intenta desviar la mirada, i