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SEIK

En el ambiente olía a muerte.

A mi alrededor solo había cuerpos sin vida, moribundos o heridos de gravedad.

No les cabe ninguna duda de que si se cruzan en mi camino, serán despedazados, en el mejor de los casos.

En nuestro avance desesperado, por fin, vislumbramos la mansión del clan Kalo. Los chupasangres llegaron a nuestro encuentro como ratas al queso.

Kevin no tardó en salir a su encuentro y no esperaba menos de él cuando desgarró dos gargantas a la vez que le salpicaron el pecho.

Roberto iba directo al corazón.

A medida que nos íbamos acercando, los chupasangres eran más fuertes por lo que no avanzamos tan rápido como deberíamos.

No pasó mucho tiempo hasta que reconocí el olor de mi hembra.

Ese olor es inconfundible e increíblemente bueno. Sentí que la presión de mi pecho comenzaba a aliviarse y miré hacia la mansión con anhelo.

Estaba viva.

Suspiré de alivio y miré a Kevin apremiandolo para seguir avanzando.

Desesperado de que los chupasangres se volvieran a levantar de
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