—Escuché que hoy iban a salir a cenar —dijo Leonel con toda la desfachatez del mundo—. Al fin y al cabo, solo es comer, ¿qué más da con quién o dónde? Lo tomamos como si compartiéramos mesa, ¿de acuerdo?
Tania parpadeó incrédula.
¿Ese era Leonel?
¿De verdad no estaba poseído por algún espíritu extraño?
En ese momento, otra figura apareció.
—Leonel, ¿qué significa esto? —Liliana entró con paso ligero, emocionada por la cita. Pero al ver a Silvina y Tania allí, se quedó helada.
¿Qué estaba pasando?
¡Pues eso mismo queríamos saber nosotras!
Silvina levantó la mirada hacia ella. En la frente de Liliana apenas quedaba un pequeño apósito; la herida ya estaba casi cicatrizada.
—Bueno, si se trata de una cita, que sea con todos juntos —Leonel sonrió con un deje de malicia en los labios.
Tania reaccionó al instante.
Sin darle tiempo a Silvina de protestar, la tomó del brazo y la arrastró hacia adentro.
—Vamos, vamos… al fin y al cabo, el cupón ya está validado. ¡Sería un desperdicio no usarlo!