Leonel bajó la mirada hacia Liliana, sus ojos rasgados se entrecerraron y un destello inquisitivo brilló en su mirada.
—¿De verdad? ¿Fue Evelio quien te pidió que vinieras a decirme todo esto?
—N-no… no fue él… —balbuceó Liliana, desviando la mirada para evitar el escrutinio de Leonel.
Él giró sobre sus talones con frialdad.
—Liliana, no traspases los límites de la amistad. Lo sabes bien… mi paciencia tiene un límite.
Dicho esto, Leonel no volvió a mirarla y se marchó con pasos firmes.
Tomás, que había presenciado la escena, dejó escapar una sonrisa discreta de comprensión. Hizo un gesto cortés a Liliana y enseguida alcanzó a Leonel.
Al ver que no había logrado detenerlo en su intento de buscar a Silvina, Liliana apretó los puños con rabia y golpeó el suelo con el pie.
—¡No pienso perder contra ella! —murmuró entre dientes—. ¡Ya veremos quién gana!
******
Después de recorrer todo el patio del Familiar Martínez, Silvina no pudo evitar suspirar con admiración:
—Ahora entiendo por qué, e