Tania también mostraba un rostro lleno de entusiasmo y siguió caminando con todos.
A ella le encantaba viajar, y frente a semejante paisaje, naturalmente no iba a perder la oportunidad.
Con el móvil en la mano, no paraba de tomar fotos del jardín, mientras las subía a su espacio personal y a T*****r.
Leonel también seguía la cuenta de Tania en T*****r.
Él estaba mirando su teléfono, esperando algún mensaje de Silvina.
Pero después de mucho rato, Silvina no había escrito ni una sola palabra.
En cambio, lo que llegó fue una notificación de T*****r: una nueva publicación de Tania.
Al tocar la pantalla, una foto apareció ampliada frente a sus ojos.
En la imagen, Silvina sonreía dulcemente, sosteniendo un pastel en forma de orquídea y colocándolo juguetonamente sobre su ojo derecho.
La orquídea de azúcar se confundía con las flores frescas que llevaba prendidas en el cabello.
La foto que Tania le había tomado a Silvina era, sencillamente, deslumbrante.
Leonel no lo dudó: con un toque desca