No muy lejos de la mansión, un hombre de traje negro se mantenía en silencio, sentado en el asiento trasero del elegante Maserati negro con vidrios polarizados. Su mirada fría y calculadora se posaba en la enorme mansión frente a él, aún tenía su ceño fruncido, no había podido ver a su objetivo, su verdadero objetivo
Alzó su mirada y distinguió a varios hombres armados descendiendo de camionetas blindadas, moviéndose con rapidez. No era una simple visita, era una toma. Sus planes acababan de complicarse.
Apoyó un codo en el descansabrazos y entrecerró los ojos mientras analizaba la situación. No tenía suficiente gente con él en ese momento, y enfrentarse a esos hombres sin una estrategia clara sería un suicidio.
Sus dedos se movían impacientemente contra la tapicería del auto, un gesto sutil de impaciencia. Finalmente, tomó una decisión. Sin girarse, habló con voz firme y pausada.
—¡Arranca! arranca de una buena vez. —El conductor asintió sin hacer preguntas, y con un giro suave de