Una sonrisa reluciente salió de los labios de Dante, quien se giró, hizo una ademan para que sus hombres apuntaran a Antonio.
—Creo que no estás en condiciones de exigir, primito… te aconsejo que vuelvas a la cloaca de donde saliste y refugiarte muy bien, por qué pienso acabar con todos ustedes —dijo Dante señalando a Antonio y a parte de los miembros del clan que se habían colocado de parte de Antonio.
—¡Maldito! —exclamó Antonio, bajó su arma y maldijo de miles maneras a Dante, quien sonreía abiertamente— Sueltala.
Aurora respiró profundo, giró levemente su mirada y bajó su cabeza, le dolía su corazón, por escasos segundos su corazón volvió a la vida al escuchar a Antonio que no se la llevará, así le doliera en la manera en que se refirió a ella, era una pequeña luz, una que se había esfumado por completo.
Antonio la miró a los ojos, le dolía en el alma la traición de Aurora, aún así no iba a permitir que su primo fuera feliz con ella.
—¡Vayan tras ellos!, no los pierdan de vista,